Yo creo que no, cada día realizamos miles de acciones,
gran parte de ellas seguro que afectan a personas de nuestro alrededor sin que
nos demos cuenta o a veces puede que sí. Desde que nos levantamos hasta que nos
acostamos, nos proponemos unas finalidades (pasar de curso) y utilizamos unos
medios (estudiar). La relación entre medios y fines debe estar equilibrada, hay
que utilizar la razón, nuestra capacidad de reflexionar, para
establecer un equilibrio entre el medio y el fin.
Es evidente que no todas las acciones humanas son
igual de coherentes ni tienen el mismo valor ético y la misma racionalidad,
puede que para tu compañero este bien hacer determinadas cosas que no lo son
para ti, por lo tanto no es suficiente ponerse una finalidad para llevar a cabo
una acción, sino que hay que valorarla. Cada uno puede tener unos valores
morales distintos y entonces su labor consistirá en comparar la finalidad de su
acción con sus consecuencias. Si no entran en conflicto sus valores, ¡adelante!
De lo contrario, hay que pensárselo y posiblemente cambiar de finalidad.
En conclusión, hay que analizar las consecuencias,
positivas y negativas, que tendrá esa acción para los demás y uno mismo antes
de realizar los objetivos o acciones que llevamos en mente.
1 comentario:
Buen trabajo. En algún momento, sería conveniente poner algún ejemplo que clarifique tu razonamiento pero, como el léxico que has empleado es rico y bastante preciso, acabas explicándote bastante bien.
Poco a poco, intenta extenderte un poco más.
Publicar un comentario