¿LOS DEPORTISTAS PROFESIONALES COBRAN DEMASIADO?
Hay quien se queja de que los
deportistas ganan demasiado dinero. Pero hay razones fundamentales que
justifican los sueldos, que en muchos casos son millonarios.
Por un lado tenemos las razones
económicas. El deporte, al igual que todo, es un negocio, y si un empleador le
paga a su empleado una cantidad de dinero es porque le sale a cuenta, es decir,
que el empleado produce ese dinero y más.
Además de eso, los jugadores de
mayor nivel, como es el caso del tenista Rafa Nadal, el futbolista Leo Messi, obtienen
inmensas cantidades de dinero gracias a contratos de publicidad.
Una vez más, los que pagan deben
responder ante sus accionistas, con lo que si invierten ese dinero en deporte,
es porque les produce un beneficio superior al coste.
Todo el mundo recomienda que los
niños practiquen deportes. Muchos destacan, pero la mayoría no pasan de ser
promesas. Llegar y mantenerse al nivel que les permiten ganar esas inaceptables
sumas de dinero requieren grandes dosis de esfuerzo y dedicación, renunciar a
muchas cosas que los demás consideramos imprescindibles. Un día llegan a ser
estrellas. El público los admira y se identifica con ellos. Las marcas quieren
asociarse con ese éxito, y les pagan grandes contratos publicitarios. La
grandeza de esos deportistas va más allá del deporte. Asociamos con ellos las
virtudes que nosotros quisiéramos tener.
Un día descubrimos un desliz, una
muestra de que a pesar de su grandeza deportiva, ellos
son también humanos, con sus debilidades y sus miserias, y nos
horrorizamos ante el pensamiento de que no son perfectos. Como con Tiger Woods,
quien al parecer tenía muchas amantes.
De repente, sus talentos
deportivos son secundarios, comparados con el horror de la traición. La
traición de la admiración que procesamos por ellos. Ya dicen que la linea que
separa el Amor del Odio es muy fina. Los periódicos cuentan con todo lujo de
detalles sus vidas y nosotros devoramos esa prensa. Los aficionados les giran
la espalda, los equipos no quieren vincular su marca con ellos. Las marcas que
les pagaban los contratos publicitarios no quieren manchar su imagen con la
mala reputación de ese indeseable. El deportista pierde todos sus contratos, su
vida profesional, para la que había hecho tantos esfuerzos se ve truncada antes
de tiempo, y allá donde vaya, para siempre, le acompañará el estigma de su
vergüenza, y nosotros, los que los elevamos al Olimpo de los Dioses,
disfrutaremos de su ocaso.
No crees que hay que pagarles por
tanta diversión como nos ofrecen?
Sofía Cáceres
1 comentario:
Sinceramente, no sé qué me molesta más,si que creas que soy tonta o que me hagas perder el tiempo intentando que mejores un texto que no es tuyo.
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