LEY
WERT
Según
el gobierno de Mariano Rajoy una reforma del sistema educativo español era
necesaria y urgente, debido a que en estadísticas hechas los últimos años,
España estaba un 17% por encima de la media de la Unión Europea en casos de
abandono de los estudios antes de tiempo. También debido al fracaso escolar y
al nivel bajo de formación.
De
este modo, el ministerio de educación, en 2012 mostró un primer borrador de la
famosa “Ley Wert” el cual trajo una retahíla de quejas y discrepancias.
Así
pues, una vez aprobada, las diferencias en cuanto a esta ley han empeorado. Los
partidos de izquierdas, las asociaciones de padres y alumnos y algunos
sindicatos han mostrado ya su gran desacuerdo con los puntos y los cambios que
implica esta ley.
Los
objetivos se reflejan en este fragmento:
“Los principales objetivos
que persigue la reforma son reducir la tasa de abandono temprano de la
educación, mejorar los resultados educativos de acuerdo con criterios
internacionales, tanto en la tasa comparativa de alumnos y alumnas excelentes,
como en la de titulados en Educación Secundaria Obligatoria, mejorar la
empleabilidad, y estimular el espíritu emprendedor de los estudiantes. Los
principios sobre los cuales pivota la reforma son, fundamentalmente, el aumento
de la autonomía de los centros, el refuerzo de la capacidad de gestión de la
dirección de los centros.[...] Junto a estos principios es necesario destacar
tres ámbitos sobre los que la LOMCE hace especial incidencia con vistas a la
transformación del sistema educativo: las Tecnologías de la Información y la
Comunicación, el fomento del plurilingüismo, y la modernización de la Formación
Profesional”
Y la
lista de cambios es muy larga, pero en rasgos generales, básicamente se trata
de cambios curriculares.
Uno
de estos cambios implica que se haga un examen al final de cada etapa: en 6to
de primaria, en 4rto de la ESO y en 2ndo de Bachillerato (por lo que se
anularía la selectividad), el cual se tiene que aprobar para que el alumno
pueda recibir el título de primaria, de la ESO o de Bachillerato.
Desde
mi punto de vista, esta medida no cambia nada. No creo que una única prueba
tenga que decidir si se da o no el título, ya que un único examen en el que se
juega tener o no el título un alumno no puede ir relajado y hacer el examen en
su plena serenidad. Yo creo que es en el trabajo diario y en las pruebas
trimestrales y parciales en las que realmente se ve reflejado el trabajo que un
alumno hace y si este sigue el ritmo y va asimilando los conocimientos.
Otro
cambio es que los alumnos tienen que escoger ya desde 3ero de la ESO entre
matemáticas aplicadas o matemáticas académicas, las cuales ya indicaran si en
el siguiente curso se va a cursar: “Iniciación al Bachillerato” o
“Iniciación a la Formación profesional”.
Yo
creo que en 3ero aún eres muy niño y no piensas seriamente en cual va a ser tú
futuro y a que te vas a dedicar. Por esto no pienso que pueda ser bueno escoger
tan temprano puesto que tal vez en la decisión que tomen, se vea más reflejada
la opinión de los padres que no la de los hijos.
Por
otro lado, entiendo que haya una cantidad de alumnos que tengan ciertas
dificultades a la hora de aprender y de mantener un ritmo de estudio constante,
y que por eso tengan dificultades para ir aprobando. De este modo, el hecho de
que haya una rama que permita hacer un curso en el cual tienen que formarse
para luego poder acceder a los cursos de formación profesional, no me parece
mal, pero yo mantendría el curso de 4rto de la Eso y luego ofrecería este
curso, el cual sería obligatorio para los alumnos que no quisieran cursar el
Bachillerato.
Hay
muchísimos más cambios que harían si esta ley se aplicara que estoy totalmente
en contra. En resumen, encuentro que estas medidas, estos cambios no están
pensados con total claridad y sobretodo están pensados para un sector de
España. En ningún momento han pensado en los catalanes ya que la lengua se
perdería ni nada. Es por eso que estoy totalmente en contra de esta ley y
encuentro que es una ley que no tiene ni pies ni cabeza.