Estaba tumbada en una cama. Era una cama con ruedas y a medida que se movía
la señora Loria veía pasar las luces de un pasillo muy largo encima de su
cabeza.
Lo veía todo borroso, no conseguía abrir los ojos. Se quería levantar, pero
no podía, la cama iba demasiado deprisa. De repente se paró. Se paró en una
sala muy amplia pintada toda de blanco. La señora oía ruido. Unas persona,
desconocidas para ella, estaban delante suyo diciéndole alguna cosa y hablando
entre ellas, pero ella no lograba entender lo que decían. Las personas dejaron
de hablar para girarse, de pronto, hacía ella, y fue entonces cuando notó un
pinchazo frío en el brazo. Las caras de las personas, tapadas por máscaras,
parecían mirarla esperando una respuesta, pero ella no entendía nada. ¿Qué
hacía allí? ¿Qué le estaba pasando? ¿Quién eran esas personas?
Nadie le contestó, y sus ojos se cerraron despacito ante la mirada de los
médicos.
Una tarde de mayo, estaba andando por la calle. Paró a comprar dos cafés
para llevar y se dirigió a la esquina del parque. Esperaba a su hija, Ana, que
terminaba entonces de trabajar. Trabajaba en el banco, al lado del Parque Luna.
Ana salió hablando con uno de sus compañeros, se despidió de él con una
sonrisa:
-
No te
preocupes Juan, todo se arreglará.
Saludó a su madre con mucho cariño y se sentaron en un banco para tomar el
café. De pronto oyeron un ruido, parecido a un disparo. No sabían que pasaba.
La gente que paseaba por el parque también lo había oído y empezó a correr y a
gritar. Sí, había sido un disparo. Los minutos siguientes fueron tiempo de
agonía y de inseguridad. La gente corría, lloraba, tenían miedo. La señora
Loria miró a su hija y sintió miedo. Los ojos de Ana estaban asustados, estaba
temblando. Parecía que el disparo había sido para ella, se quedó helada,
inmóvil, con los ojos a punto de estallar. Pero se levantó y empezó a correr
hacía el lugar del tiro. La señora Loria, muerta de miedo la siguió, tomando
precauciones. No sabía que podía pasar, y no paraba de gritarle a su hija que
parara. Pero Ana seguía corriendo, hasta que llegaron al lugar y allí paró de
golpe. Un hombre armado y encapuchado estaba apuntando a otro hombre que estaba
tendido en el suelo. Otras dos personas estaban detrás del hombre tumbado,
retenidas por el enmascarado. Ana se precipitó hacia el hombre del suelo sin
pensar en nada. Y entonces se oyó otro tiro. En ese momento la señora Loria
sintió morirse en su interior. Una fuerza superior a ella hizo que gritara con
tal fuerza que el enmascarado tirador se giró hacía ella y la amenazó con el
arma. Corrió hacía su hija y el mundo se
paró para ella. Sus ojos se centraron en Ana. Cayó a su lado, Ana estaba
abrazada al hombre del suelo, y la cogió fuerte por los hombros, estaba bien.
Estaba llorando desconsoladamente pero estaba bien. Su alrededor ya no estaba, su
hija estaba viva. Por un momento clavó su mirada en el hombre tendido en el
suelo. La señora Loria no tuvo tiempo de pensar lo que estaba pasando realmente
porque sintió un dolor en la espalda y cayó en el suelo perdiendo la
consciencia.
Cayó en un sueño tan profundo que al despertar, no podía ver bien, ni
entendía nada de lo que pasaba a su alrededor. Se despertó, sin poder abrir
bien los ojos, tumbada en una cama mirando como pasaban rápido las luces de un
largo pasillo. Pero sus ojos volvieron a cerrarse cuando llegó a una sala
blanca con gente desconocida que la miraba fijamente.
Y más tarde volvió a despertar. Abrió los ojos y no estaba en la sala
blanca. Estaba en otro lugar, era una habitación con ventana, pintada de color
amarillo claro. Pero era diferente, esta
vez consiguió abrir los ojos. Veía con claridad los rincones de toda la
habitación. Y vio a su lado a una chica joven, guapa, que la miraba con ojos
llorosos de alegría. Era su Ana. En ese momento recordó todo lo ocurrido y le
dijo:
-
Hija, por un
momento sentí que te perdía, que nunca más volvería a verte y entonces pensé en
cómo la vida puede cambiar en tan solo unos instantes.
MARTA OLIVA ALBERT
1 comentario:
¡Muy bien, Marta! Esto de redactar cada día se te da mejor.
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