16 septiembre 2011

Yo, anti taurina


La tradición de los toros en éste país, España, des de siempre ha sido sagrada. Es un hecho que entiendo, ya que es una expresión muy clara de la cultura hispánica y existe desde hace muchos siglos atrás. (aunque no conocimos las corridas de toros tales cómo son en nuestra actualidad hasta mediados del siglo XVIII)

Yo sinceramente, creo que las corridas son una seña de identidad de nuestra cultura, ya que lo primero que te dicen los extranjeros cuándo les cuentas que de dónde eres es un: -Oh yes, Spain! Football, Paella, Party and Torows!- Y tu piensas: Sólo les falta la siesta. Pero bueno, la visión internacional de nuestro país es un tema aparte.  

Pero desde su nacimiento, la tauromaquia ha sido criticada y prohibida (recientemente en Cataluña) por sus raíces extremadamente violentas. Y tal cómo he dicho antes, entiendo que tenga seguidores, porque es muy antigua y patriota, y etc. Pero al igual, entiendo el porque de sus perseguidores (grupo en el que me incluyo, lo siento):

Ya desde el primer minuto de la corrida se empieza a herir al toro: Le clavan una serie de pinchazos en la nuca para “medir el grado de bravura del toro”. Inútiles.

A continuación le clavan en el lomo unas varas de madera con un arpón en la punta, irónicamente adornado con papelitos de colores. ¿Y porqué? Pues para avivarlo, claro.

Pero es que eso no es todo, ya que para dar por acabada la tortura, se da lugar al enfrentamiento entre el torero y el pobre animal: Le hieren mediante unos movimientos, que claro, siempre son los mismos y tienen nombre para no perder la tradición de señorcitos. Y cuándo el toro ya está en las ultimas y el torero cree que ya ha demostrado suficiente su autoridad frente al animal, por fin, lo matan. Siempre igual: el torero se acerca por detrás (cobardes) y le clavan la espada en la espalda, intentando cortar una artería muy importante. Pero cómo siempre hay el típico inútil que ni eso sabe hacer, y el toro sigue ahí debatiéndose entre la vida y la muerte, en ocasiones necesitan el golpe de gracia en la cabeza. Oh, que detalle por su parte.

Así que yo digo, sin ningún tipo de vergüenza, que esta tradición me parece de lo más sangrienta. Creo que es intolerable que en el siglo XXI aún existan torturas legales y públicas. Pero como soy muy respetuosa con las tradiciones nacionales, creo que deberían hacer unos ligeros cambios en las normas de éste “deporte”. Ya por empezar nada de matar al toro ni cortarle orejas. ¿Enfadarle y hacer esos movimientos típicos que no se cómo se llaman, con la manta rosa? Bueno vale, va. Pero si después le dan un premio y le calman. Y con las heridas que le hacen durante toda la corrida, se podría llegar a un acuerdo (siempre y claro que beneficiaran al toro)

Y para finalizar... Sí, lo sé soy una ilusa, y seguramente pensaréis que vivo en el planeta piruleta, y soy una pánfila. Y diréis: -¡Pero si es sólo un animal!- A lo que yo os respondo -Sí, mamífero, exactamente igual que nosotrostodos somos animales y empatía por Dios: ¿qué os parecería si nos hicieran esto a nosotros, o a nuestros hijos, padres, amigos...? Yo, anti taurina.


1 comentario:

Teresa dijo...

Bien, Nuria, pero debes recordar que no puedes hacer estos artículos de opinión como si estuvieras hablando con tu amiga. Debes mantener el nivel léxico y de las expresiones que utilizas y evitar las muy coloquiales por expresivas que sean "Pero bueno...", " el típico inútil".
Cuidado también con las que son muy tópicas y aquellas de las que no aclaras el sentido (expresión muy clara de la cultura hispánica)o, me temo, que sin tener pruebas de su veracidad "Pero desde su nacimiento, la tauromaquia ha sido criticada y prohibida "
El final me gusta mucho.