27 mayo 2012

LA ZANAHORIA



Era mes de mayo y la tarde caía sobre los campos. En casa de los Bulf no corrían buenos tiempos. En invierno las condiciones no habían sido favorables para las cosechas. Había llovido poco y había venido una plaga de bichos que se habían comido la mitad de las plantaciones que tenía la familia como negocio. Solo les quedaba el pequeño huerto familiar en el cual no confiaban mucho porque para él las condiciones habían sido las mismas. Tenían algunas gallinas y pollo, pero esto no era suficiente. Si no salía adelante la cosecha no tendrían nada y si el huerto no revivía tendrían que marcharse a la cuidad en busca de una vida mejor, no habría más remedio que abandonar su vida. Si no se puede comer se tiene que buscar alguna otra salida.
En la familia eran 8 personas y había otra en camino. Eran el matrimonio de los Bulf, Perdro y María (una pareja mayor, alrededor de los 80 años), el hijo pequeño del matrimonio, José, su esposa Clara, embarazada de 8 meses, y sus 3 hijos y finalmente Manuel, el hermano del señor Bulf, un hombre soltero de unos 70 años, un poco malhumorado pero que sabía muchas cosas sobre la vida.  
De los dos hijos del matrimonio Bulf, el mayor había ido a la ciudad a trabajar de escritor en un periódico y cuando podía les hacía una visita, mientras tanto, para no perder el contacto, les escribía cartas. Estas cartas solo las sabía leer Clara la mujer del hijo pequeño, que también era la encargada de retornarlas.
La casa era una cabaña rodeada de montañas y prados, grande, pero sin muchos cuidados. La familia vivía únicamente del campo y por eso dedicaba todo su tiempo a mantenerlo perfecto, para poder hacer una buena cosecha y poder tener un plato en la mesa.
Ese año la familia Bulf estaba muy apurada. Tenían 8 bocas que alimentar, otra en camino y lo único que podían hacer era intentar que no murieran las pocas plantas que les quedaban sin ser comidas y machacadas por los bichos.
Una tarde de sábado, la casa se vio agitada por un giro inesperado. Clara se había puesto de parto. Su marido estaba en el campo, y tuvo que correr para llegar a la cabaña a tiempo. Mientras tanto dejó a su tío a cargo del huerto.
Por la noche, no quedaba ya casi pan en la mesa, tuvieron que repartirlo en trozos muy pequeños, y solo quedaba sopa aguada, sin substancia.
Clara acababa de traer al mundo a una hermosa niña, la cuarta. La mayor se llamaba Sofía, el segundo Pedro y el tercero Juan. A la hora de cenar, llegó a casa el tío Manuel con una buena noticia, con una sorpresa. Esa misma tarde, al marchar el sobrino a casa, él se había quedado quitando malas hierbas, pero en un rinconcito del huerto había encontrado por sorpresa suya unas cuantas zanahorias. Regó la zona y cogió las que ya estaban crecidas. En esas zanahorias vio la posible recuperación de su huerto y de su familia. Si había salido una verdura, tal vez podrían salir más. Cuando se las enseñó todos se emocionaron, esa noche podrían cenar y tal vez también comer el día siguiente, pero lo más importante era que si conseguían que no murieran podrían tener muchas más. La pequeña niña, se llamó Zanahoria, en honor a esa verdura tan querida por ellos.

MARTA OLIVA ALBERT

26 mayo 2012

Zanahoria, Las Huertas 3ra Sección, Naucalpan de Juárez, México

Ya la podía ver, esa esquina de un color azul intenso que no podía pasar desapercibida por nadie, la subcomandáncia de policía de las Huertas justo delante y la tienda de pollos... Todo eso me indicaba que me encontraba en mi destino, en la entrada de esa pequeña calle mal asfaltada y llena de coches de los 70 que me conduciría hasta casa. La calle de mi infancia, de mis recuerdos más íntimos, mi calle!Ese era el lugar donde crecí, donde hurtábamos huevos con Floripondio, el lugar que acogió mis miedos y mis alegrías, mis lagrimas y mis locuras... la calle Zanahoria. Continuaba como siempre, nada había cambiado en ese lugar solo que con 20 años de más. Las mujeres ancianas eran sustituidas por aquellas que en su día tuvieron que educarnos, las madres chillonas fueron sustituidas por mis compañeras, los hombres, todos ellos pecadores ahora eran aquellos muchachos que en su día fueron mis amigos, mis enemigos, mis compañeros.  Era la calle de la perdición, de la mala vida, de los vicios! Allí seguía esa pequeña entrada de forma rectangular más parecida a un pequeño parquin pero no, de eso nada, nunca lo fue. Solo con mirar des de fuera podías intuir que clase de lugar era ese. Una hilera de maquinas recreativas cubrían la pared principal; lleno de hombres sin futuro, de vidas perdidas, de almas muertas se encontraba ese lugar… Y allí estaba Guadalupe, la bella Guadalupe, la chiquilla de mi infancia, mi fiel amiga, mi tierna confidente. Esa chica tímida, de tez pálida, de grandes ojos y de abundante cabello castaño… Como ya he mencionado, ese era un lugar de almas muertas, de vidas perdidas y la suya no parecía ser menos.
Ese día empezó como uno cualquiera... me desperté, almorze y mi madre empezó a chillarme: "No has limpiado la habitación? pero que te crees!! que esto no es un hotel ni yo soy tu criada! Anda haz algo útil por una vez y ve a la tienda de la esquina a comprarme una bolsa de zanahorias!!" Como cada día, que agradable despertar, lo que yo aun no sabia, es que en unos minutos echaría de menos esos chillidos. Me fui hacia la tienda, sin prisa, entre, me fui a la parte de las verduras y coji la bolsa de zanahorias, a la vez que me giraba entraban tres hombres con la cara tapada y pistola en mano, mi acto reflejo fue esconder-me dentro del almacén de la tienda. Desde allí podía escuchar claramente que decían a todo el mundo que subiese a la furgoneta, y yo cada vez con mas miedo me puse debajo de una estantería. Cuando parecía que no quedaba nadie en la tienda uno de los secuestradores dijo: "Voy al almacén a por un poco de comida, así ya aprovechamos el viaje". Paso delante de mi, varias veces, yo estaba en el suelo, temblando de miedo, cuando se paro delante de mi cabeza. Yo empezaba a rezar para que no me llevaran. Lentamente se agachaba, como mas bajaba mas rápido latía mi corazón y mas helada tenia la sangre, pero no llego a mirar abajo de la estantería, se limito a cojer una caja e irse. Espere cinco minutos a salir del almacén, finalmente me decidí y me fui hacia casa. Al llegar, justo al abrir la puerta recibí un bofetón. "Pero porque has tardado tanto??? Y ademas no traes las zanahorias! pero tu niño eres tonto?? vete a tu cuarto ahora mismo!" Sin tiempo a explicar lo sucedido me fui, igualmente seguro que no me creería...

25 mayo 2012

El hombre zanahoria


El destino había querido que Jorge fuera el primer humano mutante de la historia. Un cúmulo de casualidades habían modificado su estructura genética hasta convertirlo en un hombre zanahoria, dotándole con el poder de desplazarse a una velocidad imposible para cualquier otro ser humano.
Al otro lado de un pasillo a oscuras, María, su amada, le esperaba. Para salvar su vida tendría que correr a una velocidad como nunca antes lo había hecho. Tendría que superar la velocidad de la luz.
Jorge se concentró. Tomó aire en sus pulmones y dejó que su mente se quedara en blanco. Las enseñanzas de Antonio, su maestro, resonaron en su mente:
“ Visualiza lo que quieres conseguir, hazlo posible en tu mente  y nada te resultará imposible”.

Jorge visualizó la carrera en su mente, desde la primera zancada hasta el salto final que lo llevaría a salvar la vida de María. Cuando estuvo preparado levantó la mano accionando el interruptor. En ese mismo instante sus piernas empezaron a moverse.
Fue en su tercera zancada cuando las luces de neón del pasillo comenzaron a parpadear. El significado de aquella señal era innegable: La luz se aproximaba. Inmutable ante el riesgo que se cernía sobre ellos, Jorge siguió corriendo tan rápido como sus piernas se lo permitían, lamentando no tener unas piernas más largas, para acortar más rápidamente la distancia que lo separaba de su amor.
El pasillo se fue acortando, cada vez era menor la distancia que lo separaba de María. Sin embargo, al mismo tiempo el neón seguía parpadeando, cada vez con intervalos más cortos, anunciando la inminente llegada de la luz. El tiempo se acababa y Jorge lo sabía perfectamente.
En un titánico último esfuerzo saltó. Sabía que el momento de la llegada de la luz era inminente y que aquella era su última oportunidad: necesitaba acortar la distancia que lo separaba de María inmediatamente o las fuerzas del mal se apoderarían para siempre de su amada.
Contuvo la respiración y saltó. La intensidad del salto le desequilibró  el cuerpo. En ese mismo instante supo que había fracasado. Cayó al suelo, a un metro de María. Entonces se encendió definitivamente la luz.
Jorge notó un reguero de sangre cayéndole desde la frente. Entonces acepto que él y su amada morirían.

LA ZANAHORIA



Es un día lluvioso de noviembre, de esos que deseas estar relajada en casa, descansando y tomando un te mientras miras una película en el televisor. Por desgracia, Anna no puede hacerlo. Tiene en su interior una sensación de tristeza, desamparo y desolación. Sabe perfectamente que no es una persona feliz y mucho menos afortunada, ya que la vida parece que en todo momento le da golpes y más golpes que la agotan y desgastan.
Anna tiene diecisiete años y sufre bullying en su instituto. Todos los chicos y chicas de su edad, incluso los menores y los mayores, la conocen como la “zanahoria”. Sin duda alguna, por el color de su pelo: es pelirroja.

Pero hoy, la situación de Anna ha sobrepasado el límite. Sus compañeros la han agredido al salir de clase. Una vez en su casa, tras haber huído corriendo de esos niños crueles, Anna se mira al espejo mientras se limpia con agua y  algodón la sangre seca que tiene debajo del labio. Su herida no le causa dolor físico, sino un terrible pesar en su corazón. Sabe que su situación no puede ni debe continuar de esa manera. Ha llegado al punto en el que no le importa lo que puedan pensar sus compañeros de su pelo. Ella solamente quiere vivir en paz, y esto es algo que le parece desgraciadamente imposible.
Lo último que se pierde es la esperanza, y Anna ya ha superado ese tope. Despacio y silenciosamente, coge un trozo de papel y un lápiz de su estuche. Sin encender la lámpara, valiéndose únicamente de la luz tenue que se cuela entre los agujeros de la persiana, Anna escribe el que será su último adiós, agradeciendo a sus padres y hermana todos sus esfuerzos que han hecho por ella.
Deja el trozo de papel doblado encima de la cama de su madre y sin ponerse el abrigo, sale por la puerta de la cocina, que comunica con el jardín y este, a su vez, con un frondoso bosque. Anna conoce bien el camino que lleva al mirador. Para ella es un lugar de calma que visita siempre en sus peores días.

Desde el mirador, Anna se pone de pie encima de la barandilla que la separa del precipicio. Siente el viento y las gotas de lluvia en su cara. El anhelo de volar y sentirse como un pájaro es hoy más fuerte que nunca, irreprimible. Cerrando los ojos con fuerza, se arma de valor y se deja caer en su deseado sueño.

24 mayo 2012

EL PODER ES DEL COLOR ZANAHORIA O DE LA MENTE?

Laura era una chica que nunca veía la luz de las cosas. Sus días eran grises, neutros, sin nada de especial. Ella estaba convencida de que su existencia propiamente era ya una desgracia. Su baja autoestima era la causante de todos los fracasos de su vida. No le gustaba salir con sus amigos porque decía que la gente la miraba mal por su físico, odiaba sus ojos, la forma de su nariz…pero sobre todo odiaba su pelo; aquel pelo oscuro y lleno de greñas que no sabía cómo arreglar ni se preocupaba por hacerlo. Se avecinaba aquel día tan importante para la mayoría de los adolescentes; el aniversario de los 18 años; la entrada a la mayoría de edad. A Laura le era indiferente su aniversario, es más, no pensaba celebrarlo de ninguna forma y por lo que hace a los regalos..¿Qué regalo podía desear ella a parte de cambiarse toda entera? Lo único que le interesaba por el momento era la fotografía; era una apasionada de este tema. En la clase de informática estaban aprendiendo a usar el photoshop, un programa de retoque fotográfico, y notaba como cada día iba dándosele mejor. Una tarde neutra, aborrecible, como todas las tarde en la vida de Laura, empezó a retocar una foto de un primer plano suyo, lamentándose de todos sus defectos cuando, de repente, hizo una operación informática que le cambió la vida. Con ayuda de un tutorial sacado de internet se cambió el tono de su pelo y se lo puso color zanahoria. Sus ojos se iluminaron al ver aquello, es el secreto que toda la vida había estado escondido en su interior. En seguida supo qué les pediría a sus padres como regalo de cumpleaños; una visita a la peluquería. Su madre no tardó nada en acceder ya que su hija llevaba siglos sin pisar ningún tipo de establecimiento estético y ella, que era una fanática de éstos, no podía comprender como su hija podía ser tan descuidada. El hecho es que el día de sus 18, Laura cumplió aquel deseo (cosa que llevaba sin hacer desde su niñez). Un mundo separaba el instante de entrar y el de salir de la peluquería. Laura sufrió un cambio radical, como de la noche al día, pero no sólo por el color de cabello; aquello era lo de menos, lo que realmente había propiciado aquel cambio en Laura fue su nuevo punto de vista hacia ella misma; el amor propio que creció en su interior. Toda su vida cambió: la sociedad fue abriéndosele a su alrededor, empezó a descubrir todas sus habilidades y ambiciones frustradas, mejoró en los estudios… Pasaron los meses y el baño de color que se había hecho fue desapareciendo y con él, el color zanahoria que había proporcionado aquel cambio en Laura. Lo realmente curioso es que Laura no fue degradándose junto con el color zanahoria. La oscuridad de su pelo iba reapareciendo mientras ella seguía desbordando alegría, seguía con aquella belleza que irradiaba a todo aquel que le pasara por delante. Laura se dio cuenta de que su sueño había terminado; ya no era pelirroja, pero no le importaba nada el no serlo. Había aprendido que su verdadero sueño, su verdadero deseo era estar bien con ella misma. El cambio de color de su pelo le ayudó a experimentar esta sensación, pero ahora se había hecho fuerte y había descubierto un nuevo modo de vida que no abandonaría nunca; se había descubierto a sí misma y había visto que su belleza natural era mayor a la que nunca hubiera podido desear. Aprendió también que todo el mundo tiene esta belleza propia; algunos la manifiestan abiertamente, otros la mantienen reprimida como había estado haciendo ella hasta entonces. Todo es cuestión del punto de vista que tu tomes de ti mismo; nada es bueno ni malo…nada es bonito ni desagradable…todo es lo que tú quieras que sea.. .. CLÀUDIA BOCHACA SABARICH

Zanahoria

Era el día, ese día, el día que hacia tanto tiempo que estaba deseando que llegara.
Me levante y mire el despertador, todavía habría podido dormir media hora mas, pero los nervios no podían conmigo, y si hubiera podido habría echo correr el tiempo hasta la siete de la tarde,pero de momento no tenía ese don.
Desayune poco, como e dicho estaba nerviosa, y los nervios me quitan el hambre, un par de tostadas un café con leche y para la ducha. Al ser un día especial, pensé que todo lo que llevaba me había de combinar perfectamente con el gran evento de la tarde, me puse una mallas negras con una camisa que tenia nueva, transparente que con el sujetador negro debajo quedaba impecable, y para marcar aun más glamour, me puso mis tacones preferido negros.
Entre el tiempo de peinarme, maquillarme y todo perdí el metro, así que me toco ir con taxi. Un día cualquiera me enfadaría mucho ir con taxi, pero un día como hoy, lo pagué encantada.
Al llegar al trabajo todo el mundo me decía, ¡hoy es tu día!. Y es que ya hacia más de tres semana que se lo había dicho a todos, incluso les invite para el fin de semana, para que también lo disfrutaran conmigo.
Las horas pasaban lentamente y eso me molestaba, pero al ir con mis compañeras a comer, se me paso un poco, me distrajeron.
Salí del trabajo y ya eran las seis, en solo una hora iba a ocurrir, esperaba que fuesen puntuales, era una cosa muy importante para mi.
Llegue a casa y ya solo faltaban diez minutos para la siete, no pensáis que es muy emocionante? Pues yo lo pensaba, y mi estomago rugía de nervios.
A la siete en punto sonó el timbre y efectivamente eran ellos, subieron poco a poco. Sentía el ruido, y abrí la puerta de lado a lado.
Ya lo veía, ya estaba allí, ¡lo que mas deseaba! ¡Mi nuevo sofá de color Zanahoria! Y si os preguntáis porque no digo naranja, es por que no entendéis de colores y es que el color zanahoria es diferente al naranja.
Los dos hombre, por cierto muy amable, me tomaron una foto con el, y la colgué en la red social en menos de tres segundos.
Fue un día más que especial, creo que hasta que no se rompa no lo cambiare, porque es el sofá color zanahoria mas bonito que e visto nunca.

22 mayo 2012

La zanahoria


Era el año 2123, el mundo estaba sumido en el caos, los gobernantes mantenían en la ignorancia a la gente e incluso ellos eran ignorantes de sus hechos. La gente solo vivía para trabajar, más de lo que su propio cuerpo les permitía, y les ocupaba tanto que tampoco eran capaces de reflexionar sobre todo lo que ocurría. Yo hacía ya un tiempo que era consciente de que algo no encajaba, quizás porque nunca había trabajado demasiado, o no tanto como la gente normal. Yo pertenecía a la minoría de los privilegiados, aunque la mayoría estábamos sumidos igual en la ignorancia. Por alguna razón había gente que desaparecía de la noche al día i nadie nunca más se volvía a acordar de ellos.
Ese día yo tenía libre en el trabajo así que decidí ir a comprar unas cuchillas de afeitar. Justo en ese momento en la calle parecía haber una detención, de la cual el acusado no tenía ni idea de que le hablaban. Eso ya se había convertido en algo normal y nadie prestaba atención alguna. Yo por temor a que pudiera ser acusado de algo no me acerqué y solo miré lo ocurrido por el rabillo del ojo. Alguien que paseaba por la calle se percató de mi interés por la detención y, al ver que me había visto y se me acercaba, pensé que me tocaba el turno a mí. Más pasó por mi lado y dijo a una voz casi inaudible:
-          El secreto de todo está en la zanahoria.
Me quedé extrañado ante esas palabras. No entendí nada, pero por alguna extraña razón me intrigaba saber a qué se refería. Lo primero que pensé fue en una zanahoria de las que salía en los libros, ya que en aquella época eso ya no existía. Pasé la noche pensando a que se podría referir aquel hombre sin llegar a ninguna conclusión.
 Al día siguiente en el trabajo mis ojos se fijaron en un detalle, mi jefe llevaba un colgante en forma de esa hortaliza. Le pregunté por ella a lo que me contestó que se la habían regalado hace poco, por su esfuerzo en el trabajo. Sentí la corazonada de que esa era la zanahoria que yo andaba buscando. Pensando en cómo la conseguiría, sin poner en peligro ni mi trabajo ni a mí mismo, fui andando hasta su despacho. Allí encontré que el colgante estaba allí pero el despacho vacío. Al salir del trabajo mire que tenía de secreto esa zanahoria pero sin ningún resultado. Una vez en casa se me cayó al suelo y se partió en dos, la parte de arriba estaba hueca i había dejado caer un papelito, y la de abajo era como una pequeña llave. En el papel ponía una dirección y una hora. Quedaba tan solo media hora y estaba lejos así que me fui lo más rápido posible. Me encontré delante de un edificio que yo recordaba perfectamente vigilado. Por alguna extraña razón decidí entrar con la llave-zanahoria. Ahora ya era hombre muerto. Me encontré con unas largas escaleras hacía abajo. Allí encontré la verdadera respuesta de las personas desaparecidas. Eran parte de un grupo contra el gobierno y el sistema llamado la Resistencia. Algunos solo eran inocentes pero si levantaban alguna sospecha eran cazados igual. Al abrir la luz me encontré con unas celdas y varios miembros del grupo. Sin poder evitarlo me acababa de unir a la Resistencia y mi primera misión había sido liberarlos durante el cambio de turno de la guardia.

10 mayo 2012

En tan solo unos instantes se jugaba su futuro, el sabia que cada año, cada día que ha estado en una clase, cada examen que ha hecho, cada ejercicio que corrigió... nada valdría la pena si hoy no hacia bien el examen de Selectividad. Llega a Lleida, esta muy nervioso, necesita muy buena nota para entrar en la carrera que quiere y ademas optar a la beca, sino consigue eso, adiós estudios. Ya es hora, este año toca empezar por matemáticas. "Genial" piensa, le toca empezar por su punto débil. "Bueno, así me lo quito de encima" acaba afirmando antes de entrar, sus amigos le animan, lleva dos semanas preparando con un empeño especial este momento, pero necesita estar tranquilo, los nervios solo le hacen olvidar cosas, el lo sabe. Se sienta, cierra los ojos e intenta concentrarse, el profesor reparte los exámenes, lo mira mientras intenta calmarse... Unas semanas mas tarde, después de sufrir en los exámenes, mañana dan las notas, no puede dormir, esta tan nervioso como el día de hacer la sele. Después de una noche sin pegar ojo, se levanta corriendo, baja las escaleras y va corriendo al ordenador, sus padres antes de ir a trabajar van con el, su padre le pone la mano en el hombro. Abre el navegador, va a la web, pone su nombre, el DNI... mientras se carga la pagina nota como los latidos de su corazón se aceleran, la sangre le arde. Finalmente la pagina se carga, busca su nota final, la encuentra, sus padres se acercan a la pantalla para verla también, mientras de sus ojos empieza a caer una lagrima. 2 años de bachillerato estudiando cuando sus amigos estaban en la calle, dos últimos meses de infarto con libros por toda la casa, una semana casi sin comer gracias a la historia, todo ese esfuerzo valió la pena, lo consiguió, podría hacer lo que quisiera. Ese día, comenzó una nueva vida para el.

06 mayo 2012


En tan sólo unos instantes todos los esfuerzos que habías invertido en conseguir tu sueño desaparecen.
Sabes qué la has cagado, qué has sido tú y únicamente tú el culpable y por eso te duele aún más. No le puedes echar la culpa a nadie, has sido tú mismo quien ha hecho desaparecer todo ese futuro del que hablabas.
Te has culpado a ti mismo cientos de veces, ¿cómo pude fallar? El doble mortal con caída en espagat lo habías hecho centenares de veces, no te habías caído haciendo ninguna acrobacia desde hacía 3 años y en el momento de darlo todo, lo haces mal.
Estás yendo a mirar la lista de los convocados para los juegos olímpicos, sabes que no estarás entre ellos, pero aún así lo quieres ver. 
Se te han pasado por la cabeza todas las horas de entrenamiento, todas las chicas que no te han dejado amar, todas las fiestas a las que no has podido ir, todas las lesiones que has tenido que superar para, finalmente, poder estar en el equipo nacional. 
Tu vida ha cambiado 180 grados, no tienes grandes estudios, no eres muy listo… Has dejado de tener el guión de tu vida.

¿Qué voy a hacer a partir de ahora? ¿Cómo vive la gente normal?

Entonces, durante sólo unos instantes te das cuenta que has dejado tu vida pasar, que ser el mejor no significa ser feliz, que has dado tu existencia por perdida sin siquiera contemplar otras posibilidades. Te das cuenta de que te has rendido antes de tiempo, que la gimnasia sólo te ayudaba a refugiarte de tus sentimientos, ya que te daba miedo pensar en ellos. 

Entonces decides recoger tus cosas, llamar a tus antiguos amigos, llamar a tus padres. Te sientes cómo hacía años que no te sentías, sabes perfectamente que en ese preciso momento eres feliz. 

En tan sólo unos instantes tu vida ha cambiado de rumbo, has pasado de ser la persona más triste del mundo a la más feliz, eres la pequeña estrella de tu mundo y sabes que de ahora en adelante todo irá mejor, que vas a hacer lo que realmente quieres.

Y en el siguiente instante te das cuenta de que estás dentro del equipo nacional, que irás a Londres 2012 y que estás haciendo tu "querido" sueño realidad.  

05 mayo 2012

EN TAN SOLO UNOS INSTANTES


La nieve ya se ha derretido de los árboles los cuales están completamente desnudos ante todo el paisaje. Sus brancas no tienen hojas, ni flores, ni frutos. Son las últimas horas de este invierno tan largo, frio y profundo. Aun recuerdo esas tardes de otoño cuando empezaban a caer las hojas y esos crepúsculos de invierno, oscuros, cuando los primeros copos de nieve dejaban huella en el suelo. Las mañanas blancas daban un espíritu de pureza y ternura. Reflejaban un paisaje digno de ser contemplado a través de una ventana de una pequeña casita perdida entre las montañas.

Pero lo días pasan muy deprisa y sin darnos cuenta se acerca el equinoccio, el cambio de estación. Los arboles deben volver a vestirse y sus brancas, adornarse de pequeñas hojitas y rellenarse de flores que posteriormente se convertirán en frutos.
De repente, una sensación invade mi cuerpo.  Hoy, el sol brilla con más fuerza de lo común, entibiando el ambiente, y siento suavemente su calidez en mi cara. En tan solo unos instantes puedo deducir que el invierno ha llegado a su fin. La primavera llega con un espíritu adolescente y con mucha fuerza, una fuerza que la naturaleza recibe y transforma en vida. Las mariposas vuelan de amapola en amapola y, a la vez, los pájaros se sitúan en las copas de los árboles y entonan con mucha destreza sus bellos cantos. Lentamente, se puede llegar a observar como de las brancas, unos pequeños vegetales de diferentes y muy bonitos colores nacen, las flores. Su presencia pronto dará esa esencia tan propia, especial y característica de la primavera que tanto nos llega a gustar.  

La primavera es tiempo de dejar atrás el frio del invierno y con él los malos momentos, de dejarnos llevar por nuestros sentimientos y nuestros sentidos, es tiempo de sentir de nuevo la brisa fresca y perfumada que hay en el aire que nos rodea constantemente. Tiempo de vivir, de no pensar, de sentir y dejarse maravillar, en tan solo unos instantes, por el poder de la naturaleza.

EN TAN SOLO UNOS INSTANTES


Estaba tumbada en una cama. Era una cama con ruedas y a medida que se movía la señora Loria veía pasar las luces de un pasillo muy largo encima de su cabeza.
Lo veía todo borroso, no conseguía abrir los ojos. Se quería levantar, pero no podía, la cama iba demasiado deprisa. De repente se paró. Se paró en una sala muy amplia pintada toda de blanco. La señora oía ruido. Unas persona, desconocidas para ella, estaban delante suyo diciéndole alguna cosa y hablando entre ellas, pero ella no lograba entender lo que decían. Las personas dejaron de hablar para girarse, de pronto, hacía ella, y fue entonces cuando notó un pinchazo frío en el brazo. Las caras de las personas, tapadas por máscaras, parecían mirarla esperando una respuesta, pero ella no entendía nada. ¿Qué hacía allí? ¿Qué le estaba pasando? ¿Quién eran esas personas?
Nadie le contestó, y sus ojos se cerraron despacito ante la mirada de los médicos.
Una tarde de mayo, estaba andando por la calle. Paró a comprar dos cafés para llevar y se dirigió a la esquina del parque. Esperaba a su hija, Ana, que terminaba entonces de trabajar. Trabajaba en el banco, al lado del Parque Luna. Ana salió hablando con uno de sus compañeros, se despidió de él con una sonrisa:
-          No te preocupes Juan, todo se arreglará.
Saludó a su madre con mucho cariño y se sentaron en un banco para tomar el café. De pronto oyeron un ruido, parecido a un disparo. No sabían que pasaba. La gente que paseaba por el parque también lo había oído y empezó a correr y a gritar. Sí, había sido un disparo. Los minutos siguientes fueron tiempo de agonía y de inseguridad. La gente corría, lloraba, tenían miedo. La señora Loria miró a su hija y sintió miedo. Los ojos de Ana estaban asustados, estaba temblando. Parecía que el disparo había sido para ella, se quedó helada, inmóvil, con los ojos a punto de estallar. Pero se levantó y empezó a correr hacía el lugar del tiro. La señora Loria, muerta de miedo la siguió, tomando precauciones. No sabía que podía pasar, y no paraba de gritarle a su hija que parara. Pero Ana seguía corriendo, hasta que llegaron al lugar y allí paró de golpe. Un hombre armado y encapuchado estaba apuntando a otro hombre que estaba tendido en el suelo. Otras dos personas estaban detrás del hombre tumbado, retenidas por el enmascarado. Ana se precipitó hacia el hombre del suelo sin pensar en nada. Y entonces se oyó otro tiro. En ese momento la señora Loria sintió morirse en su interior. Una fuerza superior a ella hizo que gritara con tal fuerza que el enmascarado tirador se giró hacía ella y la amenazó con el arma.  Corrió hacía su hija y el mundo se paró para ella. Sus ojos se centraron en Ana. Cayó a su lado, Ana estaba abrazada al hombre del suelo, y la cogió fuerte por los hombros, estaba bien. Estaba llorando desconsoladamente pero estaba bien. Su alrededor ya no estaba, su hija estaba viva. Por un momento clavó su mirada en el hombre tendido en el suelo. La señora Loria no tuvo tiempo de pensar lo que estaba pasando realmente porque sintió un dolor en la espalda y cayó en el suelo perdiendo la consciencia.
Cayó en un sueño tan profundo que al despertar, no podía ver bien, ni entendía nada de lo que pasaba a su alrededor. Se despertó, sin poder abrir bien los ojos, tumbada en una cama mirando como pasaban rápido las luces de un largo pasillo. Pero sus ojos volvieron a cerrarse cuando llegó a una sala blanca con gente desconocida que la miraba fijamente.
Y más tarde volvió a despertar. Abrió los ojos y no estaba en la sala blanca. Estaba en otro lugar, era una habitación con ventana, pintada de color amarillo claro.  Pero era diferente, esta vez consiguió abrir los ojos. Veía con claridad los rincones de toda la habitación. Y vio a su lado a una chica joven, guapa, que la miraba con ojos llorosos de alegría. Era su Ana. En ese momento recordó todo lo ocurrido y le dijo:
-          Hija, por un momento sentí que te perdía, que nunca más volvería a verte y entonces pensé en cómo la vida puede cambiar en tan solo unos instantes.


MARTA OLIVA ALBERT

EN TAN SOLO UNOS INSTANTES


En tan solo unos instantes vi como cambiaba mi vida.
Era un día de verano, habíamos acabado todos los exámenes, ya tenía el carnet de conducir, y decidimos irnos a pasar un fin de semana a Cambrils.

Decidimos irnos el viernes por la mañana y volver el domingo por la noche, así que llamamos a todos los hoteles “baratos” para pedir precios, para dos habitaciones dobles, era en temporada alta y muchos hoteles estaban llenos. Pero al final encontramos uno que estaba bastante bien. Ahora solo faltaba informar a la familia que nos íbamos.

Llegamos a Cambrils a las 11:00h de la mañana del viernes, y como siempre no encontrábamos el hotel, Antonio decía: “a la derecha”, Jaime: “a la izquierda” y Manolo, como siempre, estaba durmiendo…
¡¡Por fin!! Tenía razón Jaime, llegamos al hotel y nos dieron las llaves de las habitaciones. Antonio y yo dormíamos en la 121, Jaime y Manolo dormían en la 122. Quedamos a la 13:00h delante del hotel para ir a comer. Como siempre Manolo llegaba tarde, pero ya era de costumbre, hacía más de 7 años que íbamos juntos a la misma pandilla y ya le conocíamos.

Terminamos de comer sobre las 15:00h, y nos fuimos a comer un helado y dar un paseo por la playa.
Sobre las 19:00h decidimos ir al hotel a ducharnos y cambiarnos, pero Manolo había visto unas chicas a 100 metros del hotel y quiso ir a conocerlas. Jaime, Antonio y yo ya estamos hartos de pasear por la playa y decimos irnos, Manolo nos dijo que ya nos alcanzaría.

A las 20:00 Antonio y yo bajamos al bar del hotel a tomar una “caña” mientras  Jaime y Manolo se acababan de duchar. Eran 20:30 cuando Jaime bajo, y de golpe Antonio le pregunto por si a Manolo  le faltaba mucho, pero Jaime contesto que Manolo aún no había entrado a la habitación. Jaime cogió el móvil y lo llamo pero no contestaba. Dijo de ir a la playa a ver si aún estaba con esas chicas, de  pronto Antonio vio que había un chaval estirado a la arena de la playa sin moverse. Fuimos hacia allí corriendo y vimos que era Manolo estaba tumbado boca abajo, pero no se despertaba y decidimos girarlo…

Vimos sangre en la barriga y nos empezamos asustar, Jaime le subió la camiseta y tenía unas cuantas puñaladas alrededor del ombligo. A partir de aquí todo fue muy rápido; llamamos a la policía, y enseguida vinieron con una ambulancia. Los tres estábamos petrificados. Todo se movía alrededor de nosotros como si fuera un sueño. Le habían robado el reloj y la cartera, pero lo que nadie podía pensar es que también le hubieran robado la vida. A nosotros nos robaron un amigo y nos dejaron una sensación de culpa que aun la arrastramos ahora. En unos instantes cambiaron muchas cosas en nuestras vidas.

04 mayo 2012

En tan solo unos instantes


En tan solo unos instantes vi pasar mi vida por delante, siempre me acordare de aquel día.

Era un día lluvioso, tenía mucha prisa por llegar al trabajo, el despertador no sonó y me levante mucho más tarde de lo normal y sin desayunar baje a saltos las escaleras hasta el parking, ya que el ascensor no funcionaba, parecía que el mundo estaba en mi contra.

Llegué al parking, arranqué la moto y un escalofrío recorrió mi espalda, no hice caso ya que cada vez era más tarde. Salí a la carretera, tenía diez kilómetros hasta la oficina, normalmente soy muy prudente, pero aquel día no lo fuí, sin darme cuenta, aceleraba cada vez más la moto, y en mi cerebro solo se dibujaba la imagen de mi jefe echándome una monumental bronca.

No paraba de llover, la carretera estaba encharcada, no me di cuenta del peligro hasta que vi aparecer aquella curva que conozco perfectamente, en ese instante me percate que iba a 180 y que no tenía tiempo a frenar y me iba a matar, en tan solo unos instantes toda mi vida paso delante de mis ojos como si fuera lo último que iba a ver. Con gran esfuerzo conseguí dominar la moto y realice la curva deslizándome hasta el carril contrario donde respire aliviado al comprobar que no venia ningún vehículo...

Cuando pude pare en el arcén, baje de la moto y me prometí a mi mismo que nunca más volvería a cometer una imprudencia como esta.

En tan solo unos instantes...

Un leve rayo de sol, que anuncia la llegada de un nuevo día, rompiendo la oscuridad y los miedos de la noche, ilumina la segunda camilla de la habitación número 13 del hospital de Santa María del mar. Me despierto y miro a mi alrededor; todo ha sido un sueño, no estaba paseando por la playa con mi perrito Lucas. El olor a mar me había llegado hasta allí; estaba segura. Los médicos decían que las alucinaciones eran una de las consecuencias de la enfermedad que padecía y ahora ya no podía ni soñar porque cuando soñaba y les contaba a mis padres lo que había pasado por mi cabecita, mamá lloraba. Sus lágrimas, que intentaba contener, resbalaban por su mejilla dejando por inútiles todos sus esfuerzos. Yo notaba que mi enfermedad había roto por completo la harmonía familiar, pero no entendía por qué. Todo empezó un jueves por la tarde, un día primaveral de lluvia, aún lo recuerdo. Estábamos en clase de dibujo cuando, de pronto, una especie de nube gris se apoderó de todo lo que alcanzaba mi vista. Pensaba que había llegado un gran huracán o que alguna tormenta inmensa se avecinaba pero aquellas sensaciones solo pasaban por dentro de mi cabeza; después me lo contaron. Los demás niños no sentían nada de aquello, tampoco los mayores. Me desmayé y me desperté en esta camilla del hospital en que me encuentro tumbada desde hace por lo menos un mes. Los primeros días que pasé aquí eran divertidos. Las enfermeras eran muy simpáticas y mi doctora me llevaba una bolsa de caramelos cada vez que me visitaba, pero ahora ya no; dicen que no puedo comer más caramelos de momento. Ahora ya no me gusta todo esto, el hospital es aburrido; en mi habitación hay otra cama donde duerme una niña de mi edad, pero no habla ni abre los ojos, está como durmiendo todo el día. Siempre le pregunto a mi madre como puede ser que tenga tanto sueño. ¿No tiene ganas de jugar? Yo he intentado jugar con ella más de un día; se llama Mónica, pero los médicos me dicen que no la moleste, que esta cansadita. No quiero estar más aquí, quiero volver a casa y jugar con mis amigas y con mi hermano. Al principio de estar en el hospital mis padres estaban contentos y aún sonreían. Sus ojos brillaban y no paraban de repetir: -Cuando volvamos a casa jugaremos a esto, comeremos lo otro…Ahora no, ya no dicen nada de esto. Sus rostros están tristes y de vez en cuando lloran bajito. Ellos se piensan que no los oigo. No quiero que estén tristes pero tampoco sé que hacer para evitarlo. Sé que todo esto es por mi culpa. Des del día en que me dijeron que tenía..¿cómo se decía? Tumor cerebral, que ya no eran los mismos. Cuando mi hermano me visitaba me tocaba con cuidado, como si yo fuera a romperme con sus abrazos. No sabía lo que tenía ni lo que significaba aquello para mí ni para mi familia, solo sabía que nos había llevado una especie de tristeza y que me producía un dolor de cabeza que a veces solo me dejaba hacer una cosa: dormir, dormir durante horas y soñar cada vez más e imaginar nuevos mundos. A veces las palabras hieren. No sé si vale más la pena oír, saber, o imaginar. La doctora entró en la habitación mientas yo tenía los ojos cerrados. Mis padres pensaban que dormía pero no, la falta de fuerzas me impedía abrir los ojos o dibujar a penas una sonrisa. Los resultados de mis pruebas habían dejado claras todas las dudas acerca de mi problema. El tumor era maligno; dijo la doctora. Yo no sabía lo que comportaba esto, pero las palabras que pronunció mi doctora me hicieron conocer de golpe toda la verdad. Iba a morir, podía ser al cabo de unos días (como máximo un mes), al cabo de unos instantes…Mi cabeza dejó de pensar y caí en un estado de sueño que duró prácticamente dos días. Me despierto y mis padres y mi hermano están aquí, con sus ojos clavados en mi pequeño cuerpo abatido por los meses de sufrimiento. La tristeza de sus rostros se mezcla con la alegría de poder tenerme aún aquí con ellos. Mamá me coge fuerte la mano, sabe que ya no se puede hacer nada por mí. Lo único que pueden hacer es acompañarme hasta el final, que verdaderamente solo yo puedo conocer; solo yo soy consciente de que mis ojos cansados por el esfuerzo de vivir se cerrarán, para no volverse a abrir más, en tan solo unos instantes… CLÀUDIA BOCHACA SABARICH

03 mayo 2012


En tan solo unos instantes

Si quieres te cuento un secreto, que yo aprendí hace poco, pero que ahora a mí edad, ya desgastada, es demasiado tarde.
Nacemos, aprendemos, reímos, lloramos, conocemos, vivimos, envejecemos y morimos.
La vida es rápida, para algunos sencilla, para otros complicada, o quizás larga o dura o hasta por los que la disfrutan mas, es bella.
La vida esta para disfrutarla y vividla con la gente que has conocido y que obviamente a valido la pena.
No sirve de nada buscar un desamor que te llevará a los meses de llanto, ni una cosa que se hace llamar hombre que te pegará hasta llegar a la sangre y después vendrá pidiendo perdón.
Mi primer consejo es que de hombres en el mundo hay muchos y que si uno te hace daño ya llegará uno mejor que te ará feliz.
Ahora viene mi gran descubrimiento y a la vez secreto, así que ya sabes a tu abuelo no se lo cuentes:
Cuando era joven como tu, no entendía que era ir a una gran fiesta sin un vestido nuevo, sin unos zapatos precioso y sin un bueno hombre a mi lado, de aquellos que tenían una buena situación en la sociedad. Ya sabes que mi padre con su esfuerzo y sudor había conseguido llegar a lo mas alto con su empresa y teníamos que ir a todos los festejos.
Una vez en una de estos yo ya salia con tu abuelo y la verdad es que estábamos muy bien y nuestros respectivos padres estaban muy contentos ya que con nuestro matrimonio las dos empresas se juntarían y de nuestro Ketchup y de su Mayonesa saldría la Salsa rosa, pero esto no es el tema. En un de estas fiestas mientras tu abuelo estaba hablando con todo tipo de hombres, yo me propuse descubrir un poco todos los lugares de aquella preciosa casa, y fue allí donde en la habitación del tercer piso encontré al hombre mas guapo y perfecto que e visto nunca, Juan, la verdad es que estaba robando algunas de las joyas de la mujer de la casa, y yo cuando lo vi casi me muero del susto, pero él me cerro la boca con sus manos, y a la vez me dijo que no gritara, todavía no se porque le hice caso y nos sentamos en la cama y le dije que yo no diría nada si el las dejaba allí y ¡las dejo!. Cuando se iba a ir otra vez por la ventana me dijo que era la cosa mas bella que jamas había visto y que deseaba volverme a ver, me dio un beso, de esos de película y quedamos para el día siguiente el un lugar del parque que nadie conocía.
Después de esto salí muy nerviosa, pero ya sabes que soy una mujer muy apañada y tu abuelo no noto nada raro.
Aquel día fui al parque, ¡Aquel día y todos los que quedamos!, era el hombre mas maravilloso que había conocido, me daba cariño y era ¡perfecto! Pero lo nuestro era imposible porque eramos de familias totalmente diferentes, yo de clase alta y el era uno de esos macarras. No es que al abuelo no le quisiera pero era como ya te e contado un matrimonio mas por las empresas y el prestigio de las familias que otra cosa. Y a Juan le quería, le quería con todo mi corazón.
Todo iba bien hasta que mi papa me descubrió y me prohibió verlo.
Y así fue, hubo una tarde que me despedí de él y nunca mas tuve noticias suyas. Tu abuelo no lo supo nunca. Y yo en tan solo unos instantes perdí el amor de mi vida.
Y es aquí donde viene mi segundo consejo: La vida solo dura unos pocos instantes y tienes que aprovecharla, amar a quien te ame y no dejar escapar a la persona que mas quieres y menos al amor de tu vida.

En tan solo unos instantes


En tan solo unos instantes mi vida había cambiado radicalmente. Recuerdo cuando era pequeño i podía correr por el parque, jugar con la pelota e ir en bicicleta. Siempre rodeado de mis amigos. Ahora estoy solo, ninguno de ellos me vendrá a ver porqué a ninguno nunca le importé. Y mi novia, ¡ja!, mi novia. Ella fue la primera en dejarme a mi suerte. Recuerdo cuando empezamos a salir, ¡si tan solo éramos unos críos aún!, unos adolescentes que soñaban con millones de cosas.  Estaba a punto de casarme con ella, compartir el resto de mi vida, pero he podido comprobar que no era la persona que yo creía que era, i que no me amaba tanto como ella decía.
Mi vida iba sobre ruedas, todo era perfecto, pero aquel borracho sobre el volante lo cambio todo. No le hicieron falta más que unos segundos. Ahora la vida me va sobre ruedas, si las de una silla. La novia no pudo aguantar la situación i se fue con otro, amigos, debo ser demasiada carga porqué poco los veo. En el único momento que encuentra la paz es cuando duermo. Cada escalera me recuerda lo que soy.
Pero soy tozudo, no me pienso rendir. Si soy débil esa será mi fuerza, si la vida me lo pone difícil lucharé i seguiré adelante, aunque tenga que hacer-lo solo seguiré por esta senda que se me ha dictaminado. No creo que nadie deba abandonar a pesar del fracaso en algunas batallas.