11 abril 2010

LOS PRODUCTOS QUÍMICOS EN LA COMIDA

Lo queremos todo. Somos así, inconformistas de género. No solo cuando tenemos el pelo rizado y lo queremos liso y viceversa. En la comida resulta igual.

La tecnología y las revoluciones industriales nos han llevado a un punto en el que sin usar los antiguos conservantes como la sal, el alcohol, el almíbar o el aceite, podemos conseguir que un plato de arroz se conserve durante meses pre-cocinado en nuestro armario de la cocina o una bolsa de patatas fritas aguante igual intacta e igual de buena durante más de una semana. Hasta aquí todo son lujos y palabras bonitas. Al fin y al cabo, es lo que siempre hemos buscado, desde los griegos con sus ánforas de aceite hasta la famosa patanegra extremeña que se conserva mediante un elaborado proceso de salación, el objetivo ha llegado a su auge: podemos conservar con la mayoría de sus características, entre ellas el gusto y el olor, gran variedad de alimentos. Además gracias a avances también nos es posible potenciar un gusto determinado, o enriquecer algún mineral (como en los yogures que llevan más calcio) o extraer la mayor parte grasa o calórica. Nos adaptamos a nuestra propia demanda.

Pero ahora nos damos cuenta que todo tiene un precio. El bacalao con sal, tiene un fuerte gusto a sal (lógicamente). Estos productos que queremos que aguanten tanto tiempo fuera o dentro del frigorífico deben someterse a procesos más complicados que las antiguas técnicas de conservación. No vale con solo aislarlo al vacío, pues aún queremos más, y la única solución es añadir sustancias químicas artificialmente y que esa comida no contenía originalmente. ¿Es esto saludable? En la gran mayoría de casos, no. Es un grave problema que atenta contra nuestra salud peligrosamente y contra los productos autóctonos y tradicionales que forman las distintas gastronomías locales. Si cogemos un paquete de jamón dulce de la estantería de un supermercado cualquiera veremos unos curiosos: E-824 o aromantes, emulgentes conservantes, antioxidantes, etc. Estos son productos químicos que se usan pasa incrementar cualidades o simplemente la fecha de caducidad, y también, son los causantes de los problemas de colesterol, sobrepeso, y enfermedades cardiovasculares y otras. No es que cualquier “cosa” química que lleve la comida es mala o perjudicial para nuestro organismo, de hecho si nos ponemos tiquismiquis, la comida es la agrupación de moléculas y entidades orgánicas al igual que nosotros mismos. Por tanto malo no puede ser (si no abusamos) pero sí que añadir sustancias que a la larga pueden ser nocivas a estos (a la comida en general) si que es un acto poco saludable.

Pero vivimos al siglo XXI, las personas ya no consideramos un placer comer sentados y en compañía un rico caldo del huerto y carne de la misma carnicería. Ahora comemos lo que nos manda la sociedad, mediante la publicidad de nuestras teles, centros comerciales, etc.,, al ritmo que la sociedad también nos manda, acelerado. Perdemos la costumbre de amar la propia comida, la cocina y tomarnos un tiempo para poder hacer tranquilamente la digestión. Esta su que es la verdadera pena, nada saludable y que nos deteriora poco a poco. Ya que nos vendemos a las multinacionales alimentarias (como Nestlé) sin darnos cuenta. Los niños pequeños cuando van a comer la merienda, escogen la vistosa y anunciada bollería industrial en vez de su equivalente de la pastelería. El problema ya no es si lleva o no conservantes químicos o no, sino que caemos ya desde bien pequeños a sus trampas manipuladoras.

En resumen, yo creo que está bien quejarse y fomentar la prohibición de tanta cantidad de productos químicos perjudiciales que llevan nuestros alimentos cuotidianos, pero entonces que la gente no se lamente cuando la comida se pudra más rápidamente o la textura o gusto no sea la esperada e ideal. En definitiva y como ya he dicho antes, no es de esto de lo que nos moriremos.
Laia Escudé

2 comentarios:

Teresa dijo...

Laia:
Es un buen texto, contiene mucha información (echo en falta algún estudio que respalde tus afirmaciones sobre el carácter perjudicial de algunos productos químicos)y sugieres varias razones por las que es mejor la comida más tradicional y menos tratada. En cambio, la frase final del texto descoloca al lector y hace que el texto pierda cohesión: parece que atacas la comida tratada con productos químicos pero, al final le quitas importancia.
Otro error menos importante pero que sigues cometiendo son errores por influencia del catalán como en "cuotidianos" cuando realmente debes decir "cotidianos".

laia dijo...

Teresa, ¿Cómo podría disminuir mis interferencias con el catalán? Es que simepre me pasa...bff
Es verdad que al final hago como un cambio, es porque pienso que es una frivolidad pedir muchas cualidades a un producto pero despues querer que sea del mismo huerto. Yo estoy a favor de la tardicionalidad, pero la sociedad no del todo, lo pedimos todo supondo haaha