10 abril 2010

Productos químicos en la comida


Mc Donald’s, Burger King, Pizza Hut… ¿Quién no ha visitado alguna vez uno de estos establecimientos? ¿Quién no ha comprado nunca una pizza congelada Buitoni? La comida rápida cada vez abunda más en nuestros establecimientos. La sociedad occidental está rodeada continuamente de anuncios publicitarios que dan a conocer estos tipos de comida, y cada vez inventan nombres más raros y atractivos para éstos. La finalidad sin duda es persuadir a los consumidores, pero está claro que con solo un anuncio no convencemos a toda una sociedad de que frecuente estos comercios ni que se conviertan en consumidores habituales. Hace falta algo más, y ese algo parece estar muy claro por estas industrias de alimentos.
El secreto está en la adición de substancias químicas en los productos, de manera que potencien sus propiedades e incrementen sus cualidades (siempre visuales o de sabor) al gusto del fabricante. Se trata de aditivos artificiales que facilitan su cocción para posibilitar al cliente el hecho de obtener un plato de comida en el menor tiempo posible, mejoran su aspecto para que enseguida nos fijemos en ellos, incrementan el gusto del producto para que nos creen adicción con su sabor potente, facilitan su digestión para que te sientas menos lleno y consumas más… y muchas otras estrategias que hacen que la comida basura sea mundialmente reconocida.
Hasta este punto todo parece aceptable, pero, ¿y si introducimos la variable de la salud del comprador? La cosa cambia mucho, y la verdad, es que ninguna industria alimenticia tiene en cuenta los efectos que sus aditivos químicos producen sobre el metabolismo de las personas.Solo me voy a tomar la molestia de enumerar unos pocos: obstrucción de arterias i venas, adicción, sobrepeso, problemas de corazón, obesidad, autoestima baja, diabetes, aumento de niveles de colesterol y sodio, osteoporosis, deficiencia de vitaminas, afecciones respiratorias…
Por todo esto, considero que las industrias dedicadas a l‘ambito de la alimentación deberían replantearse su metodología. La salud de sus consumidores está a sus manos, y si ésta se ve en peligro también lo terminará estando su propia productividad.Es obligación de todos concienciar a la sociedad de lo dañino de estos productos, regular su distribución y mejorar su calidad. No queremos que las generaciones futuras padezcan enfermedades ocasionadas por la propia humanidad.

1 comentario:

Teresa dijo...

Lidia:
Es un texto bien redactado que no se hace pesado de leer. Tienes algunos errores ortográficos por influencia del catalán como descuidar el uso de "y" como conjunción, o emplear "por" cuando debe poner "para estas industrias".
Por lo que hace al contenido del texto el punto débil más importante está en las afirmaciones que haces sobre el daño que pueden producir los productos químicos que se emplean en alimentación:no aportas ni un solo estudio que sustente estas afirmaciones y por lo tanto son totalmente gratuitas.