15 febrero 2007

El sentido de las humanidades

Aquí tenéis la carta de un lector de La Vanguardia aparecida el Miércoles, 14 de Febrero. Es una posible respuesta a esa pregunta tan vuestra de...¿para qué sirve lo que estoy estudiando?.

¿Cuál es la razón de ser de la enseñanza de las humanidades en nuestras aulas? ¿Qué objetivo tiene el conocimiento de la historia, la lengua o la literatura? Desarrollar la capacidad de hablar sobre lo humano, porque las humanidades humanizan. El ser humano es ese animal que habla y así edifica un mundo en el que se proyecta y se construye. La capacidad de hablar es más que una ventaja: es una responsabilidad que marca el destino del ser que se encuentra dotado de ella.
Abandonar esta tarea conduce a la frustración personal y al subdesarrollo social. Y mientras, nuestros institutos se llenan de profesionales de lo humano que dan consejos sobre qué hacer para no sentirse infeliz. Los llaman pedagogos y psicólogos y transmiten recetas sobre cómo tener personalidades asertivas. Enseñan que no hay una idea mejor que otra, que toda costumbre es igual de digna.
Se coordinan con el estamento sanitario para curar la enfermedad de nuestro tiempo: la ausencia de reflexión.
Aparecen asignaturas de formación ciudadana para combatir actitudes incívicas (cuando la mejor vacuna contra el fascismo es un buen profesor de historia) y se olvida el consuelo de la poesía y la literatura. Así, nuestros jóvenes crecen sin saber que sus sentimientos de impotencia no son un problema social, sino la huella de su condición de seres humanos; que quienes les precedieron convirtieron el dolor en arte y el sentimiento de injusticia en motor de reflexión. Son los herederos de un camino de civilización que al mismo tiempo que les pertenece, los acoge. Pero nuestros jóvenes, a fuerza de no entender lo que les rodea, llegan a la conclusión de que no hay nada que entender. (Mercè Balcells. Figueres)

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