31 enero 2012

Un día de camping

El verano pasado por fin nos decidimos, y fuimos con unos amigos de camping por el Ampordá. Fue una experiencia divertida. Hacia tiempo que lo estábamos planeando, y a última hora, como siempre, lo organizamos todo y nos fuimos sin rumbo fijo. Nos juntamos por la tarde y nos dividimos los recados entre los cuatro que íbamos. Había que comprar muchas cosas, y ya teníamos la experiencia de cuando hacemos comidas en el campo, siempre nos dejamos cosas que luego tenemos que ir pidiendo a las “collas” vecinas para poder hacer la comida. Esta vez fuimos previsores, de algo tenían que servir las experiencias anteriores...a parte de la comida, no podían faltar cosas tan tontas, pero tan básicas como las graellas, el aceite, la sal, cerillas para encender el fuego, platos etc... Ya haciendo las listas de las cosas que teníamos que comprar nos divertimos mucho. Después nos repartimos las cosas que teníamos que llevar cada uno: cada uno su saco de dormir y sus cosas personales, pero uno de nosotros la tienda de campaña, otro las sillas y la mesa, el tercero las luces y un alargador de corriente, y yo las cosas para hacer la comida. Cuando, por fin, parecía que ya lo teníamos todo, el que tenía coche se encargó de ir a recoger a cada uno por su casa para cargar el coche..., parecíamos los emigrantes que cada verano cruzan el país cargados con la casa encima. Llegamos a Ampuria Brava y decidimos quedarnos en un camping que estaba al lado de un Mercadona (por si acaso). Descargamos el coche y nos pusimos manos a la obra para montar nuestro chiringuito para los próximos 4 días. Eso pensábamos, hasta que empezamos a montar la tienda. Extendimos todas las partes en el suelo, y entre risas empezamos a levantarla....pero no había manera de encontrar una cosa simple, pero básica: nos faltaba la maceta para clavar los clavos, bueno un fallo lo puede tener cualquiera, así que el encargado de la tienda tendría que fregar los platos cada día, ¡ por despistado! Cuando ya teníamos la tienda levantada, teníamos que conectar la luz por que se había hecho de noche y teníamos hambre. Sacamos el alargo, los llevamos hasta el punto de luz de la parcela, lo colocamos donde nos parecía que tenía que estar y pedimos la bombilla al responsable de la luz “¿bombillas?, quedamos que cogería el alargo, ¡pero no dijisteis nada de bombillas!” Genial, suerte que el super estaba al lado....pero tendríamos que ir al día siguiente ya que estaba cerrado. Decidimos cenar, con la tripa llena se ven las cosas de otra manera, pero estábamos pendientes de que mas nos podía pasar. El encargado de la mesa y las sillas lo había traído todo: 1 mesa y 4 sillas. Bien, nos tranquilizamos un poco, y no parábamos de meternos con los otros dos despistados: tendrían que fregar muchos paltos! Pero me tuve que callar...había cogido platos, vasos, cucharas y cuchillos, y cenábamos longaniza y ensalada... ¿dónde estaban los tenedores? Tendríamos que comer con las manos, tampoco era tan grave. En fin, empezábamos a enfadarnos así que nos sentamos a cenar y de repente..... Se rompió la tela de una silla plegable…
La verdad es que nos hemos reído mas recordando después que en el mismo momento. Nos pasó de todo! Decidimos quedarnos solo dos días y que si algún día volvíamos a ir de camping pediríamos a las niñas de la colla que vinieran con nosotros ¡ellas saben organizarse!

1 comentario:

Mak dijo...

Supongo que el camping estará en un lugar ficticio no? Porque la machada de poner Ampordà, Ampuria brava... tela eh...