21 febrero 2007

La cola de la vergüenza

Me despertó un ruido estridente. Me removí dentro del saco. Anoche no pude pegar ojo, y es que bajo una farola cuesta mucho dormir. Por si aún no os habéis dado cuenta, esta noche he hecho un vivaque en medio de la calle, bueno, en medio no, en la acera, delante de el departamento de inmigración de la comunidad de Madrid. Me llamo Genaro y hace tres años que llegué de América Latina. Ahora vivo en Alcalá de Henares con mi compañera Luisa, con quien vine des de mi país. De hecho no vivimos mal, hemos conseguido alquilar un apartamento para nosotros solos. Luisa es pediatra, pero no puede ejercer, pues no tiene los papeles necesarios para ejercer en la sanidad pública, ni por supuesto, privada. Ahora trabaja cuidando una señora mayor, Carmelina, que necesitan atención veinticuatro horas durante las doce horas de la noche.

Yo tengo trabajo de lo que a mi me gusta, soy diseñador gráfico. Hice los estudios en Perú gracias a una beca. Eso si, trabajo sin contrato. El amo me ha prometido uno si soy capaz de obtener la documentación. Es por esto que estoy aquí. Pronto habrá un pequeño “proceso de regularización de inmigrantes. He conseguido reunir todos los papeles que me pueden pedir, la partida de nacimiento, el pasaporte y el carné de indetidad peruano y el documento en que José López, en nombre de ArtesLópez SL accede a hacerme un contrato. Me parece que esto es todo. Cuando tenga el permiso de residencia me casaré con Luisa. Así ella también tendrá el permiso. Entonces con trabajo fijo y seguridad social podremos pensar en tener hijos. Yo quiero dos, pero Luisa prefiere tres.

Quizás dentro de un tiempo podríamos ir a vivir a un pueblo. En Madrid me ahogo. Siempre me ha gustado el campo. Me he criado en los el Perú agrario. Mi familia siempre ha vivido el campo, y me gustaría recordarlo. Un amigo mío me habló de un pueblo, no muy lejos de Madrid (media horita en tren) desde dónde podría ir a trabajar a ArtesLópez SL. Me iría muy bien, pues no tengo intención de renunciar a mi vocación.

Una cosa si que la tengo muy clara, a mis hijos no me voy a limitar a enseñarles el castellano. Me hace ilusión que hablen el quítxua, la lengua de mi familia. En fin mira ya abren! Soy el primero de la cola, no tardaré demasiado. Entro dentro con paso decidido.

Tres cuartos de hora más tarde:

No me lo puedo creer. No puede ser. Todos mis planes, todos mis sueños borrados porque no he podido enseñar “el primer contrato laboral que me hicieron en Perú”! En fin volveré a empezar. Primero llamaré a mi madre a ver si encuentra el dichoso papelito. Debe ser el de cuando trabajaba a media jornada porque estaba en la Universidad…

2 comentarios:

Teresa dijo...

Quim:
Está bien y te comento cositas sueltas sobre la ortografía (básicamente)
- vivac en vez de vivaque
- desde en vez de des de (catalán)
- supongo que veinticuatro horas de doce es un juego de palabras pero si no quieres darle el tono irónico puedes decir "atención toda la noche"
- sí (afirmación) con tilde
- Por eso, en vez de es por esto.
- Ha vivido en el campo y no ha vivido el campo.
- quechua en vez de quitxua
- ¡En fin, mira, ya abren!
-

quim dijo...

Lo de veinticuatro horas de doce, quizás no me expliqué bien, representa que hace la mitad del turno, es decir, doce horas de veinticuatro.