07 febrero 2007

Lo que vió en la bola de cristal

Volvía a casa, escondiéndose bajo su abrigo. Era tosco, viejo y descolorido, pero era largo y le protegía del frío. Bueno, de hecho no sólo del frío, sino que también de las miradas de la otra gente, desde aquella visión fatal, todas las miradas le parecían hostiles. Parecía que todo el mundo se burlaba de él. Era paranoico, todos, viejos, jóvenes, mujeres, hombres, trabajadores y parados le miraban con superioridad. Se reían de aquella cosa insignificante, miserable y absurda que se atrevía a pasar por su misma acera, vestida con aquél ropaje tan inapropiado.

Giró una esquina. Se encontró una plaza, con su enorme fuente que formaba estanques. Todos los patos giraron la cabeza, estaban a punto de echarse encima de aquella cosa asquerosa y mal vestida. Le pareció que los peces se ocultaron bajo el agua. Le volvió el recuerdo a la cabeza. Se hacía más fuerte, y no desaparecía. No podía evitar pensar en ello, y ese recuerdo, aquella imagen lo martirizaba. En su entender, todos los niños habían dejado de jugar, y se reían cruelmente de ese cosa entre patética y horrorosa que pasaba por la calle por donde circulaba la demás gente. Las abuelitas se habían puesto a hablar, comentando lo feo que era aquello que paseaba con una pinta tan hortera por las calles.

Cogió una calle pequeña. Estaba llena de vagabundos. Hasta ellos le miraban con superioridad, por lo menos ellos no se atrevían a ir por las calles con esas pintas. Uno de ellos le ofreció unos periódicos. -Será para taparme, y no causarles nauseas- pensó. Esa imagen no desaparecía de la cabeza. Le machacaba, le hacía sentirse inferior a los demás.

Llegó a casa. Se miró en el espejo. Todo estaba en su sitio, su calva, su barba escasa, sus ojos salidos y su enorme nariz. Llevaba su abrigo. Antes de relajarse en su butaca recordó un momento más lo que vio en la bola de cristal de la gitana, y no pudo evitar que le cayeran unas lágrimas. Esa visión de él vestido de escarabajo con tutú de bailarina era horrorosa.

1 comentario:

Teresa dijo...

Quim:
Está muy bien redactado y me asombra este ramalazo surrealista,onírico y kafkiano del pobre hombre-escarabajo con tutú.