26 febrero 2007

Tema Libre

“Agua. Mucha agua. Estoy rodeada de agua. Sumergida en rocío y voy cayendo, poco a poco, precipitándome hacia el fondo. Y…me cuesta mucho respirar… Levanto una mano, luchando contra la presión, en busca de ayuda, porque yo…me ahogo.”

[Departamento de policía central de Chicago]

- Estas son las cuatro víctimas; todas chicas de entre unos dieciséis y quince años. Dos son extranjeras, una de nacionalidad nipona, su nombre es Miyako Minato, la otra es de nacionalidad Italiana, su nombre es Bella Custiore. Las dos vinieron como turistas.
Después, tenemos a una chica de Springfield de nombre Nia Salomón y de familia judía, estudiante de instituto. Y para terminar tenemos una de nuestra “querida” ciudad: Chicago. Su nombre es Kim Starington, estudiante de instituto también, pero trabajaba a media jornada en un café de la quinta avenida.
Un hombre de unos treinta años estaba haciendo una presentación de diapositivas de cadáveres de chicas delante de un grupo reducido de policías.
- Todas las víctimas, como bien podéis ver, tienen algo en común y es la causa de la muerte. Murieron en circunstancias violentas, primero fueron violadas, ahogadas, y finalmente, ya muertas: mutiladas. Ninguna de ellas tenia ningún tipo de antipatía para que las quisieran matar, por lo tanto, podemos dar ya por supuesto que es el posible trabajo de un psicópata.
Dicho esto, el hombre apagó el proyector y encendió las luces.
- ¡Agentes! Nuestro trabajo es encontrar a este psicópata, que para algo nos pagan… Así que…¡¡¡¡levantad vuestros malditos traseros y a trabajar!!! ¡¡¡Ya tendríais que haber acabado!!!!
Los policías se levantaron de golpe y empezaron a salir por la puerta, cada uno con un dossier distinto debajo del brazo.

[En un piso de unos lujosos bloques]

- Señor, el café ya está preparado justo al punto, como a usted le gusta.
Un hombre viejo llevaba una azafata de porcelana con una taza de café a conjunto.
- Gracias Freyd. Puedes retirarte.
El hombre que estaba sentado en el lujoso sillón, cogió la taza y sorbió su líquido interno mientras el hipotético mayordomo se retiraba. Su tez era pálida pero su figura muy esbelta y masculina. Llevaba una camisa blanca de cuello alto y un chaleco barroco, azul oscuro. Sus ojos eran de un verde fosforescente y su pelo estaba recogido en una larga pero delgada trenza. Llevaba, además, unos guantes blancos.
El hombre empezó a reír y, después, se puso a carcajear con una mirada de psicópata.

[Café “Valence” Chicago]

- Vamos a ver… tenemos cuatro niñas bonitas; una japonesa, una italiana y dos norteamericanas. ¿Ahora…qué hacemos?
Un joven de unos veintidós años, con un uniforme de policía, estaba sentado en una de las sillas del café “Valence”. Tenía el pelo despeinado, algo largo y pelirrojo.
- Debemos encontrar pistas, sospechosos y pruebas… Eso incluso lo sabría un niño de cinco años, Matt.
El que respondió era uno de los cuatro policías allí presentes de pelo corto, negro, con un uniforme de policía con corbata y gafas.
-Bueno, aquí el caso es…. ¿Cómo vamos a encontrar sospechosos si estamos en Chicago? ¡Aquí viven cientos de psicópatas y pervertidos! Tardaríamos años… ¿Qué digo? ¡Siglos a interrogarlos a todos…Cristian!
Esta vez, se trataba de un policía de diecisiete años con pelo de puntas abiertas, rubio, de tez morena y con un uniforme algo sucio.
- Las víctimas murieron de forma violenta pero el asesino fue muy “cuidadoso” al terminar su crimen. Un simple vagabundo o un hombre de barrio bajo las habría violado, después, matado y no se habría tomado la molestia de mutilarlas. Es más, el hecho de que escogiera la forma de ahogarlas en el agua… ¿Alguien que sólo quiere coger jóvenes se tomaría tantas molestias? ¿Qué crees...Robert?
El que estaba sentado al otro extremo de la mesa expresó su opinión de forma contundente. Sus facciones le hacían parecer un niño. Tenía el pelo liso, marrón que le llegaba hasta los hombros. De ojos grandes, llevaba un uniforme demasiado grande para su estatura todo y tener la edad de dieciséis años.
- Entonces, eso reduciría los sospechosos a psicópatas. Pero no es suficiente Ray….- dijo el moreno mientras tomaba el café que había encargado.
- Tenemos otra pista… La sangre de las víctimas tenía restos de droga y alcohol. La droga correspondía al rohypnol; la droga de la violación, mientras que el alcohol correspondía al vino y, por lo que he visto, creo que ¡¡era vino del bueno!! Jejeje…
El pelirrojo expuso su tesis como si nada, de forma expresiva.
- Por lo tanto, eso se reduciría al grupo de psicópatas ricos… pero… ¡¡¿CÓMO QUIERES QUE SEPAMOS QUÉ PODRIDOS DE DINEROS SON PSICÓPATAS?!! El rubio exclamó enojado esas palabras contra el pelirrojo provocando que este se retirara de forma brusca y se golpeara contra el suelo haciéndose así un pequeño chichón.
- ¿Estás bien, Matt? Creo que… ¡tengo la solución a esto! En el ordenador de la central, hay datos de los antecedentes de los distintos psicópatas milenarios. Quizás podamos encontrar algo…
El chico policía comentó eso mientras sonreía de forma nerviosa.
- ¡Pues, bien! ¡Vamos, no perdamos más tiempo!- comentó el moreno y mientras se dirigía a la puerta dijo- ¡Ah, por cierto, la cuenta la pagas tú, Robert!
El chico policía y el moreno salieron del café y entraron al coche, mientras que, al fondo, se escuchaban maldiciones provenientes del rubio.

[Base de datos de la central, Chicago]

- Bien. Ahora abro esta carpeta y ya ¡está! Aquí están los perfiles… ¡Bingo!
Los dos policías estaban en una sala oscura que únicamente era iluminada por la luz blanca de la pantalla de la computadora la cual estaba manejando el más joven
- Por lo que parece sólo hay tres y dos murieron por causas “misteriosas”… Cianuro en la bebida para ser más exactos- dijo el moreno con una sonrisa sarcástica mientras se fijaba en la foto del perfil del único superviviente.

[Bloque de edificios “Silvana luxe ressort”]

- Por lo que parece, nuestro amiguito no se corta a la hora de vivir con todas las comodidades…..- dijo el pelirrojo.
- Tendremos que ir a gorronear un poco, ¿no creéis?- contestó mofeta el rubio.
- ¡No seas grosero! Simplemente vamos a hacerle… una visita de “cortesía”- añadió el moreno con ironía.
- Espero que sea amable con nosotros- dijo el chico joven.
Entonces, los cuatro policías se adentraron en el lujoso edificio.

[“Silvana luxe ressort” Piso 616]

- Señor… llaman a la puerta unos hombres. Dicen venir del departamento de policía central. ¿Les dejo pasar?- preguntó el viejo mayordomo dirigiéndose a su señor.
- Déjalos pasar Freyd. Soy un ciudadano respetuoso con la autoridad…- dijo con sorna el posible culpable.
El mayordomo fue a abrir y los cuatro policías se plantaron delante de su principal sospechoso. Este se levantó y extendió sus brazos hacia ellos.
- ¿En qué puedo servirles señores? ¿Quieren tomar algo? ¡Sean bienvenidos a mi humilde guarida!- dijo este con gran exaltación y fingida alegría.
- Verá… mi querido señor Bouveiski. Estamos resiguiendo una fastidiosa investigación de asesinatos que nos llevó a usted… ¿Qué curioso, verdad?- replicó el moreno con una sonrisa burlona de oreja a oreja.
- Digamos que pasábamos por aquí y pensamos en visitarle…- dijo el pelirrojo mientras se estiraba las zonas del cuerpo agarrotadas.
- Y con toda la cara del mundo, hemos venido a pedirle un favor…- añadió el rubio con una fingida mueca de placidez.
- Con toda su completa conformidad, nos tendría que acompañar a la central….- dijo con seguridad simulada el joven.
- Siento mucho decírselo señores, pero… conformidad denegada. No me sería placentero. Su central es muy ruidosa. Además, me gusta pasear de noche por las hermosas calles de Chicago en busca de chicas bonitas… ¿Entienden, verdad?- dijo con burla el asesino que se dirigía hacia una pared de cristal y observaba las grandes y desordenadas calles de Chicago.
- Entonces, tendremos que llevarlo… con o sin su conformidad- replicó el pelirrojo.
Pero, en ese momento, una bala impactó contra el pecho del más joven.
- Deberíais de tener la guardia más alta, mis queridos señores- dijo el asesino mientras sacaba una pistola de su capa.
- No estuvo bien que hiciera eso. Así sólo se ha cavado su propia tumba- añadió el moreno con una sonrisa misteriosa.
- ¿Sí? ¿Usted cree? No se por qué lo dic…- Unas cuerdas de nylon interrumpieron sus palabras.
- Debería saber con más precisión a quien se enfrenta- dijo el rubio des de atrás mientras presionaba más las ataduras hasta romper el cuello a su presa.
- Es una mala suerte…- murmuró el moreno.
- ¡La verdad! Algo sí que me dolió pero sólo el impacto, nada más- exclamó el joven mientras se quitaba el chaleco antibalas.
- ¡Pse! Al menos ahora, podremos cogernos unas pequeñas vacaciones, ¿verdad?- preguntó el pelirrojo.
- No- gritaron el resto al unísono mientras se retiraban de la sala y se perdían entre los pasadizos.

1 comentario:

Teresa dijo...

Nerea:
Este texto está muy bien. Es una lástima que no seas más ordenada y no me publiques cada quince días.
Hay pequeños errores en el uso de alguna preposición u otras palabras pero es bien poco en comparación a la extensión de tu redacción. Felicidades.