10 febrero 2013

La legalización de la eutanasia

La muerte: el fin de nuestros días, al menos hasta lo que nosotros conocemos...

La hora de nuestra muerte es un hecho que, me atrvería a decir, a todos aterroriza un poco. ¿Qué sentiré, qué y cómo ocurrirá? Sin duda, esta es una pregunta que me suele atormentar, ya que a parte de estas cuestiones, está el hecho de dejar a los nuestros, de dejar esta vida maravillos que alguien nos brindó hace años.

Todo esto resulta en vano, sin embargo, a la hora de pensar que ahora mismo, gracias a Diós, estoy sana; y es muy fácil hablar cuando una situación se ve desde fuera.

Pero, ¿qué ocurre cuando alguien está enfermo, consciente, y quiere morir? Pues que no puede. En España, el derecho del paciente a decidir morir para evitar el sufrimiento físico y psícico está prohibido.

Sinceramente, discrepo un poco con esta ley... Creo que, aunque parezca demasiado directo, al igual que una persona puede quitarse la vida en el momento que quiera (lo que llamamos suicidio), un enfermo en su sano juicio tiene también derecho a decidir si quiere o no continuar con su vida o con su sufrimiento. Lo veo así, y quizá mucha otra gente tenga una opinion contraria a la mía; pero, creo que no se le puede negar a nadie la voluntad de vivir o morir.

Por otra parte, entiendo que si el paciente enfermo no está en condiciones de decidir razonadamente no se le permita morir, pues realmente su mente no está en buenas condiciones. Está la família, sí, que podría decidir por él qué es lo que más conviene, aunque creo que es una decisión demasiado fuerte tanto para el paciente, del que están poniendo su vida en manos de otros, como para la família, por la responsabilidad y el peso que la vida de una persona le supone.

Por eso, no veo mal que una paciente, antes de caer muy enferma, decida autorizar a cierto familiar o persona cercana para que tome decisiones por él en caso de que éste no se encuentre en condiciones.

Bien, creo que queda bastante clara mi opinión sobre la eutanasia. Y, en conclusion, pienso que debería legalizarse, siempre y cuando el afectado esté en condiciones de decidir o haya autorizado previamente que otras personas decidan por él. 

Al fin y al cabo, nuestra vida es eso: nuestra. 

Marta Gallego

1 comentario:

Teresa dijo...

Pues muy bien razonado y redactado