07 noviembre 2006

Redacción: Autobiografía de Don Nadie

Bueno Tere aquí te cuelgo la redacción

Autobiografía de Don Nadie

Soy Don Nadie. Nací en Ciudad Ninguna, en un año como cualquiera, en el número alguno de la Calle Desconocida. Mis padres eran Ana Nima y Pascual Quiera. Nunca he sabido el número de hermanos y hermanastros reales que tenía, pues vivían en lugares desconocidos de un mundo como cualquiera. Vivía con nosotros mi abuela Lolín Definida y también, aunque no vivía con nosotros, pasaba muchas horas en casa la asistenta, Dolores Coba. Mi padre era un empleado del montón de una fábrica situada en algún lugar no muy lejano a Ciudad Ninguna. Fabricaban algún tipo de producto que nunca supe.
Iba a una escuela como cualquier otra, de la que después no surgió ningún personaje famoso o mínimamente destacado. Ni futbolistas, ni escritores, ni políticos ni cantantes, nadie que hubiera estudiado en esa escuela llegó nunca a un lugar importante. En la escuela nunca fui ninguna maravilla. Siempre sacaba cincos pelados. Me dedicaba básicamente a que el maestro Ramón Tonero no se fijara nunca en mí en el momento de preguntar. No era precisamente popular, pero eso no quiere decir que no tuviera amigos, simplemente era igual que los demás. Admiraba a los populares, aunque no deseaba ser como ellos, jugaba al futbol, aunque nunca hacía jugadas brillantes y nunca, nunca, me metía en una pelea.
Durante la adolescencia, mi situación no cambió mucho. Seguía siendo igual que los demás. Iba detrás de las chicas, aunque nunca se fijaban en mí. Me escapaba de casa para ir de fiesta, pero nunca protagonicé ningún escándalo. Eso sí, nunca me peleé con mis padres. Simplemente intentaba pasar lo más inadvertido que podía. Nunca destaqué en ninguna disciplina deportiva, ni mostré gran habilidad intelectual. Nunca tuve una afición que me quitara todo el tiempo. Simplemente era eso, uno del montón.
Me hice mayor. Me puse a trabajar en una oficina cualquiera, situada en algún lugar de Ciudad Ninguna. Mi jefe Don Agre Sivo era el típico jefe yupi de traje y corbata. Siempre me ignoraba y nunca me dijo nada. Nunca en mi larga carrera de cuarenta y siete años, nunca fui ascendido.
Me hipotequé hasta los riñones para conseguir comprarme un piso en uno de los pueblos que circundaban Ciudad Ninguna, y un coche de segunda mano. Conocí a una chica Rodel Monton. Trabajaba en una empresa que no se deicaba a nada en concreto. Nos casamos al cabo de seis meses y al cabo de un año tuvimos el primero de una série de hijos los nombres de los cuales no recuerdo muy bien. Para cuidar de ellos contratamos a una la mujer de un compañero de trabajo de Rodel, el Sr. Niños. Se llamaba Hastal Gorro. Nunca llegamos a intimar mucho con Hastal ni con el Sr. Niños, así que cuando el último de los nuestros fue lo suficiente mayor no tuvimos ningún problema en despedirla.
Entre tanto mis padres murieron. Fueron enterrados en un cementerio desconocido de Ciudad Ninguna. Antes pasaron por uno de los tanatorios de la ciudad. Su entierro fue muy normal, gente llorando, todos de negro… Descansaron siempre más tras una sobria lápida en un nicho de los pequeños.
Ahora estoy jubilado desde hace un tiempo. Dedico mi tiempo a ir a un hogar de ancianos y gastarme la pensión jugando a las cartas. Algunos días vamos con Rodel a dar una vuelta. Ella padece de diversos problemas en un brazo, mientras que yo por diversas enfermedades he tenido que estar indefinidas temporadas en el hospital.
Ésta ha sido mi vida. Nada en especial, todo tan normal que casi parece imposible, pero es así, tan real como la vida misma.

Quim Portet Bastida
4º de ESO
30/10/2006

1 comentario:

Anónimo dijo...

Realmente creativa e ingeniosa, los nombres son un auténtico acierto y el desarrollo está muy acorde con el título.