20 enero 2014

¿LOS DEPORTISTAS PROFESIONALES COBRAN DEMASIADO?

Hay quien se queja de que los deportistas ganan demasiado dinero. Pero hay razones fundamentales que justifican los sueldos, que en muchos casos son millonarios.
Por un lado tenemos las razones económicas. El deporte, al igual que todo, es un negocio, y si un empleador le paga a su empleado una cantidad de dinero es porque le sale a cuenta, es decir, que el empleado produce ese dinero y más.
Además de eso, los jugadores de mayor nivel, como es el caso del tenista Rafa Nadal, el futbolista Leo Messi, obtienen inmensas cantidades de dinero gracias a contratos de publicidad.
Una vez más, los que pagan deben responder ante sus accionistas, con lo que si invierten ese dinero en deporte, es porque les produce un beneficio superior al coste.
Todo el mundo recomienda que los niños practiquen deportes. Muchos destacan, pero la mayoría no pasan de ser promesas. Llegar y mantenerse al nivel que les permiten ganar esas inaceptables sumas de dinero requieren grandes dosis de esfuerzo y dedicación, renunciar a muchas cosas que los demás consideramos imprescindibles. Un día llegan a ser estrellas. El público los admira y se identifica con ellos. Las marcas quieren asociarse con ese éxito, y les pagan grandes contratos publicitarios. La grandeza de esos deportistas va más allá del deporte. Asociamos con ellos las virtudes que nosotros quisiéramos tener.
Un día descubrimos un desliz, una muestra de que a pesar de su grandeza deportiva, ellos son también humanos, con sus debilidades y sus miserias, y nos horrorizamos ante el pensamiento de que no son perfectos. Como con Tiger Woods, quien al parecer tenía muchas amantes.
De repente, sus talentos deportivos son secundarios, comparados con el horror de la traición. La traición de la admiración que procesamos por ellos. Ya dicen que la linea que separa el Amor del Odio es muy fina. Los periódicos cuentan con todo lujo de detalles sus vidas y nosotros devoramos esa prensa. Los aficionados les giran la espalda, los equipos no quieren vincular su marca con ellos. Las marcas que les pagaban los contratos publicitarios no quieren manchar su imagen con la mala reputación de ese indeseable. El deportista pierde todos sus contratos, su vida profesional, para la que había hecho tantos esfuerzos se ve truncada antes de tiempo, y allá donde vaya, para siempre, le acompañará el estigma de su vergüenza, y nosotros, los que los elevamos al Olimpo de los Dioses, disfrutaremos de su ocaso.
No crees que hay que pagarles por tanta diversión como nos ofrecen?



Sofía Cáceres

1 comentario:

Teresa dijo...


Sinceramente, no sé qué me molesta más,si que creas que soy tonta o que me hagas perder el tiempo intentando que mejores un texto que no es tuyo.