25 mayo 2010

Cánones estéticos


El otro día leí algo en una revista que me dejó una cara similar a esta “:S”. Una señora mayor de unos sesenta años se operó para conseguir el cuerpo irreal de un dibujo animado de los Looney Toones. Su motivo: su nieta pequeña adoraba a este cómico personaje. Resultado: una abuela con una cintura de avispa, unas caderas desproporcionadamente grandes y una delantera que parecían dos sandías del mercado. Al lado del artículo se podía ver en una foto a la mujer toda orgullosa de su transformación, presumiendo su cuerpo modificado, un disfraz auténtico.
Esta anécdota me viene muy bien para centrar el punto de vista que quiero tocar del tema de los cánones estéticos. En general, la estética va más allá que la simple moda, sino el físico del hombre y la mujer en determinados momentos de la historia. Aún así, me veo obligada a hablar de los cambios de la mujer, ya que los hombres están menos sometidos a las exigencias y guiones de conducta social y por tanto, de la estética. Si que podemos hablar de el papel de la barba a la antigua Grecia o la depilación de los atletas romanos, pero repito, mayormente son las mujeres las que son esclavas de unos fuertes cánones estéticos que “deben” seguir.
De las curvas obesas de las Venus prehistóricas a la actual Kate Moss de las pasarelas mundiales, de los cuerpos altos gigantescos de los egipcios a la estatura mediana del siglo XVI, de la blancura refinada de la Edad Moderna al bronceado artificial de las salas de rayos UVA, de los labios finos, casi inexistentes del Renacimiento a los labios exageradamente operados.
El sacrificio de estas normas de vestir e incuso ser es muy grande. Desde la tradición japonesa de comprimirte los pies con fuertes vendajes para evitar que estos sean más grandes que las manos hasta la problemática más frecuente de hoy en día: las operaciones estéticas o la extrema delgadez.
En los años cincuenta aparece Marylin Monroe una mujer que está marcada por unos estereotipos pero que aún así, su cuerpo es real y natural. Esta moda continúa unos años pero a los sesenta con Twiggy, una chica de constitución escuálida, marca una gran revolución. Esta al mismo tiempo también lleva una serie de problemas de autoestima y físicos a muchas mujeres que no encajan en este perfil de mujer ideal. En los noventa, resaltan Claudia Schiffer o Cindy Crawford, ya no es moda la extrema delgadez sino las curvas extremas, el 90-60-90, y cuerpos totalmente irreales y prefabricados. Es en este punto donde está el inicio de las operaciones estéticas y prótesis mamarias para poder ser como esos clichés que se pasean por las pasarelas. Y posteriormente o más bien dicho, hoy en día, lo que vemos en los catálogos de ropa, en las calles, etc., es la delgadez extrema que instauró Twiggy y que renació con Kate Moss. Esta última se ha ganado muy mala consideración, no por su agitada y descontrolada vida de celebritie, sino por lo ancha que se quedó al declarar: “Nada sabe mejor que estar delgada”.
En el siglo XXI, los valores que más se aprecian de una mujer, es decir, los patrones para ser una mujer valorada y admirada son: estatura mediana (alta no porque la mujer con talones ya es excesivamente superior al hombre…), delgada, poco trasero y bien modelado, delantera de generosa, si puede ser piel más bien morena, sobretodo rubias por encima de cualquier otro pelo, y del carácter, más bien no hablar, me extendería demasiado hablando del proceso de desinteligencia que se está adaptando y el aumento de los tics machistas incluso en las mujeres.
Para poder completar esta imagen que nos presenta la sociedad, mediante la jetset, las revistas que critican las que pesan un poco más de 60 kg o que tienen celulitis y estrías, y les dan a los chicos ya de adolescentes posters donde aparecen mujeres con cuerpos artificiales con curvas imposibles de forma natural para que sueñen como debe ser su futura esposa.
La respuesta de toda esta presión son los crecientes problemas alimenticios graves como la milveceshablada anorexia y bulimia, o también el aumento no solo de operaciones estéticas sino de la edad en que se realizan. Hace unos días me contaron que en Brasil por ser auténtica brasileña, no inmigrante ni rasgos no autóctonos, te operan gratuitamente la nariz y hay descuentos para inyectarte prótesis mamarias antes de los 18. Yo dejó al lector que opine sobre esto, que según mi punto de vista es lo siguiente de exageradísimo.
No tengo ningún prejuicio contra una mujer que se ve poco hermosa por culpa de su pecho poco desarrollado y decide recurrir a la cirugía ya que si no se siente inferior a esos estereotipos de mujeres bajadas del cielo que tanto desean los chicos. De hecho muchas inseguridades y problemas de autoestima deben venir de aquí, de no poder gustar a los otros. Pero encuentro excesivo la gente que se somete a cinco o seis retoques faciales y corporales ya por inercia. Creo que realmente esta gente sufre algún trastorno interno, más grave que la mujer que se siente poco femenina a causa de su pequeña delantera.
Además aquí a España deberíamos recordar el horrible caso de esa barcelonesa que inyectaba silicona no legal o implantes sin licencia en un chiringuito que tenía y que destrozo cuerpos y caras de mujeres, incluso la suya.
En definitiva, es normal seguir la inercia de los cánones estéticos, es algo casi natural contra el que difícilmente se puede luchar, pero siempre debemos marcar nuestros límites, hasta qué punto sacrificas tu propia naturalidad por poder tener un cuerpo diez.
Laia Escudé

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