22 mayo 2010

Los cánones estéticos.

Los cánones que han marcando nuestra historia estética han ido evolucionando a lo largo del tiempo. Mujeres y hombres gordos, delgados, con pechos grandes o el contrario, piel firme y oscura, o mujeres de un blanco casi enfermizo. De hecho, tan solo hace falta comparar el famoso cuadro de Goya “La maja desnuda”, con los cuerpos medio desnudos que se exhiben en prensa y televisión en la actualidad.
Los cánones no son más que tipos de cuerpos que se toman como modelos por aprobación de la mayor parte de la población y que se han convertido en una auténtica tiranía.
La tiranía estética, ahora más que nunca, propone cuerpos muy alejados de la realidad, casi tomados de un videojuego. Mujeres con curvas exuberantes, cuerpos flacos, piernas infinitas, bustos perfectos, labios carnosos y gruesos, pómulos enfermizos… y muchos otros adjetivos propios de una modelo del s.XXI. Por el contrario, si bien las mujeres han sufrido una evolución destacable, el David de Miguel Ángel sigue siendo el canon masculino, con un cuerpo atlético, piernas largas y ojos penetrantes.
El que yo creo que es el problema de todo este asunto es que hemos llegado a tal punto de perfeccionamiento de nuestro cuerpo que no hemos tenido en cuenta de que a estas alturas, tan sólo con la cirugía podemos llegar a conseguir el cuerpo deseado.
Muchas mujeres y hombres viven realmente atormentados y con la mente fija en conseguir y mantener la forma ideal, esclavos de su propio cuerpo. El bisturí se está utilizando con tanta frecuencia que ya no nos sorprende el hecho de que el regalo de cumpleaños de una niña de dieciséis años sea una operación de pecho.
A parte de la decepción y de la pérdida de autoestima delante de un fracaso predecible, hay muchas enfermedades estrechamente relacionadas como por ejemplo la anorexia o la bulimia, enfermedades que no hacen ninguna gracia y que están torturando a jóvenes y a maduros incluso conduciéndoles a un final tan trágico como es la muerte.
En mi opinión, considero que como sociedad aparentemente inteligente que somos, deberíamos romper con estos cánones y dejar de maltratar nuestros cuerpos y mentes. Aunque soy conciente de que esto no lo lograremos conseguir sin la ayuda de las revistas de moda y de los diseñadores de ropa, que son los culpables más tangibles de la difusión de este falso ideal de belleza.
Lídia Puyals

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